Entre el Pacífico y la Sierra encontramos este paraíso natural mexicano: un entramado de playas -36 en total- y bahías -nueve- conforman las oficialmente llamadas Bahías de Huatulco, o, para los amigos, simplemente Huatulco.
Hace muchos años Huatulco no lo pisaba nadie más que los pescadores vecinos en busca de camarones y langostas. Con el paso del tiempo, esto ha ido cambiando y aunque aún se conservan muchas playas vírgenes y zonas con escasa construcción, otras tantas están explotadas ya por el humano y plagadas de resorts y hoteles de lujo. Es un segundo Cancún (la idea del Estado mexicano fue la misma: aprovechar la benevolencia de la naturaleza para construir un destino atractivo para el turismo), si bien es cierto, que ni las construcciones ni el turismo ni la explotación de la zona son tan exageradas como las de Cancún. En Huatulco aún se respira paz, tranquilidad y autenticidad mexicana. Probablemente, el hecho de que la capital de Oaxaca, colonial y encantadora,-patrimonio de la Humanidad, con una rotunda riqueza arquitectónica y cultural que la convierten en una visita altamente recomendable- esté tan próxima tiene mucho que ver.
¿Y con qué te encuentras hoy en día en Huatulco? Pues con una naturaleza impresionante, de apariencia paradisíaca que suele llamar la atención, salpicada en alguna de sus zonas con hoteles, villas, campos de golf, muelles y yates y un aeropuerto internacional chiquitín, pero bien válido para hacer las delicias de norteamericanos y canadienses que visitan el país en busca de unas buenas dosis de sol. Actualmente, la bahía de Tangolunda es la zona más explotada y con mayor turismo. En contraposición, también te topas con playas desiertas de difícil acceso, -como la de El Órgano y Cacaluta o las integradas en la reserva ecológica del Parque Nacional de Huatulco– sin tumbonas ni palapas ni vendedores… Perfectas para practicar buceo, surf o pesca submarina, y para atisbar ballenas y tortugas marinas.
Por cierto, una vez en Huatulco, no solo te recomendamos escaparte a la capital de Oaxaca: la bohemia Puerto Escondido, a dos horas en carretera, se merece también una visita. Su ambiente nocturno, con sus miles de cafés, terrazas y restaurantes, te enamorará.
¿Qué? ¿Te apuntas?
Foto | Lws & Clrk
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