24 horas en Abbot Kinney, el barrio de moda de Los Ángeles

24/01/2015

Visitar Venice Beach y Abbot Kinney, en Los ÁngelesHoy vamos a pasar el día juntos. Y no de cualquier manera, sino callejeando por Los Ángeles en lo que serán, sin duda, 24 horas inolvidables. Puestos a disfrutar, podríamos pasar semanas, meses o años recorriendo esta urbe fascinante, mágica. Pisar California es vivir un sueño, es sentirse protagonista de tu propia película vital.

Los Ángeles luce unas curvas generosas, así que de sus carnes deberemos escoger las que queremos saborear en nuestro periplo viajero de hoy. He pensado que nos centremos en explorar Abbot Kinney, la zona más in y creativa de la ciudad. Nuestro recorrido nos conducirá por su singular arquitectura, sus tiendas de diseño, sus bares de moda y sus restaurantes rebosantes de estilo y gente guapa. Así que pon el despertador y que nos despierte temprano, ¡la gran naranja nos espera!

Empezamos nuestra emocionante jornada con una delicia para los sentidos: un más que agradable paseo por los canales de Venice. El origen de este distrito histórico se remonta a principios del siglo XX, cuando el Sr. Abbott Kinney quiso que el sur de California tuviera su pequeña Venecia, en lo que recuerda a una cruzada personal por recrear aquel rincón de Europa. Recorrer los caminos estrechos que los serpentean es una auténtica maravilla, al igual que fotografiar sus casas que, con su eclecticismo hipnótico, son accesibles solo para un puñado de privilegiados en este mundo. Mientras las observamos embelesados, no podemos evitar soñar con cómo sería la vida en alguna de ellas. Me dicen que la que tengo delante es la morada de los creadores de South Park… En fin, ¡nos conformaremos con curiosear de cerca!

Aunque el Canal de Venice atrapa, debemos continuar. Es hora de cargar baterías, así que ponemos rumbo a la cafetería Intelligentsia (1331 Abbot Kinney Blvd.), no sin antes visitar algunos de los edificios de arquitectura singular de la zona, que no son pocos ni aburridos. No en vano, desde 1943 y en adelante la celebérrima pareja de diseñadores Charles and Ray Eames tuvieron sus oficinas en el Bay Cities Garage, un edificio histórico que, con su construcción postmoderna de ladrillo rojo, destaca en el 901 de Abbot Kinney.

Uno de los hitos arquitectónicos de la zona que más nos sorprende es el Binoculars Building, obra del gran Frank Gehry (340 de Main Street). Haciendo honor a su nombre, buena parte de la fachada de este edificio histórico cultural la ocupan unos enormes binoculares negros, hoy puerta de entrada a las que son oficinas en L.A. del gigante Google.

De vuelta a Intelligentsia, ya en pleno Boulevard de Abbot Kinney, su concepto nos conquista. No en vano, contrataron a MASS Architecture & Design para ejecutarlo. Paraíso de los sibaritas del café, allí desayunamos un delicioso bollo de canela mojado en una generosa dosis de oro líquido con sabor a cafeína. El local viste con un toque industrial estupendo, que rivaliza con el estilo y el diseño de su moderna clientela: un buen puñado de profesionales independientes que no despegan la cara de sus pantallas con el sello de la manzana.

A continuación, deambulamos por Abbot Kinney y Maine y disfrutamos al ritmo de sus tiendas de diseño y comercios con aire local. Esta calle comenzó a funcionar hace muchos años como el centro alternativo de Venice y cuenta con locales que míticos. En ella se encuentra de todo a precios  que quizá no son los más baratos pero hablamos de prendas y objetos diferentes y especiales. Curiosos, nos acercamos también hasta Rose Avenue, ya que se dice, se cuenta y se rumorea que es la nueva Abbot Kinney. Nos gusta y nos divierte pero no, aun no llega al nivel de encanto e interés de su avenida vecina. Eso sí, como el hambre aprieta, nos sentamos al sol en la terraza de la Cerveteca (523 Rose Ave) y devoramos un sabroso (y enorme, como todo en América) LA hot dog.

Abandonamos Abbot Kinney pero solo por unas horas, we’ll be back!  Queremos aprovechar la maravillosa luz de la tarde para regresar a Venice Beach y pasear hasta el muelle de Santa Mónica, visto en tantas series y películas. Otro sueño cumplido.

Cae la noche y, con ella, nos subimos al bus y  regresamos a Abbot Kinney para cenar. Atravesamos Maine St., estupenda con su decoración de tiras de bombillas que, a ambos lados de la calle, iluminan cálidamente tiendas y restaurantes. Y así, plácidamente, llegamos a nuestro restaurante de destino, el que nos traerá pizza y cerveza en un local de gente guapa: el Gjellina. Y en la sobremesa, ponemos en común nuestras sensaciones: este ha sido uno de los días más maravillosos de nuestra vida. Gracias, California. Gracias, Los Ángeles. Gracias, Abbot Kinney, nuestro nuevo barrio favorito.

Foto: Marita Acosta

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