Hay ciudades y ciudades. Y dentro de estas hay barrios y barrios. Unos viven la vida sin más, pasando más bien desapercibidos, otros sucumben al paso de los años con asombrosa dignidad. Y este es el caso del barrio de St Pauli en Hamburgo.
St Pauli es conocido por muchos como el Barrio Rojo de Hamburgo. Para meternos en materia cabe aclarar de donde viene esto de Barrio Rojo, que, de entrada a más de uno lo llevará hasta Ámsterdam. Pero la realidad es que son varias las ciudades del norte europeo que cuentan con un Barrio Rojo. Expliquemos qué es para entender el concepto al cien por cien. Son zonas, normalmente portuarias o litorales, en las que existe o solía existir una considerable cantidad de burdeles, todos ellos decorados con unas características luces rojas -de ahí el nombre-. En la actualidad los prostíbulos que han ido sobreviviendo conviven con otro tipo de locales, tan básicos como una peluquería o un supermercado.
En el Barrio Rojo de Hamburgo, uno de los rituales domingueros más típicos es acercarse bien temprano hasta el Fischmarkt: una gozada de mercado de pescado situado a orillas del Elba en el que los arenques reinan sobre todas las demás variantes de pescados. Pero no solo llaman la atención los arenques o el olor a mar. También llama la atención la extraña mezcla de gente con la que te encuentras: lugareños y foráneos de cualquier edad y de cualquier tipo. Es decir, notas en el ambiente una mezcla apabullante de gente recién llegada de sus casas y de gente recién llegada de alguno de los innumerables bares de St. Pauli. Y así ves como algunos se desayunan un bocata de arenques frescos para abrir boca y comenzar el día, y otros tantos desayunan lo mismo para cerrar boca y finalizar el día :). Y es que aquí la juerga está asegurada hasta la hora en que tú así lo decidas. El Cobra Bar es un buen ejemplo de local mítico en la zona en donde beber cerveza Astra -símbolo de la ciudad- es un must. Sin duda alguna esta parte de St Pauli, libertina y alternativa, es un claro ejemplo de como hay cosas que perduran en el tiempo. La incesante lucha de los hamburgueses contra la «globalización y la modernización» de St Pauli se nota. La esencia del barrio, de momento, no se ha perdido.
Pero St Pauli es algo más. Su zona norte dista ligeramente de este concepto. Sigue siendo igual de auténtica pero menos arraigada al pasado. Aquí ya se atisban trazos de modernidad, que coexisten en perfecta armonía con determinadas tradiciones. Ya no prima ni la rebeldía ni el libertinaje, sino un equilibrio aplastante de varias cosas. Y así locales de toda la vida comparten cartel con locales nuevos y refrescantes que impulsan al barrio y a la ciudad hacia otros derroteros. Sin embargo aún queda mucho camino para que uno de los barrios europeos con más personalidad, se convierta en un barrio más, del montón. Y sino que se lo digan a las dueñas de Chavis, uno de esos locales de nueva apertura que cada día abre con la esperanza de ganarse el cariño del verdadero hamburgués.
Foto | Heinrich Klaffs
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