Tal vez nos hayamos quedado cortos con el título. Tal vez lo del jardín con más historia de Florencia suene a poco. Porque la realidad es que los Giardini di Boboli, osea, el Jardín de Bóboli, tiene una importancia descomunal. Incluso a nivel mundial. Para que os hagáis una idea, se dice que el Bóboli es en la historia de los jardines lo que la Galería Uffizi en la historia de los museos. Casi nada pues. Así que, hoy nos adentraremos en su historia y conoceremos algunos de los motivos que convierten a este espacio verde florentino en un sitio tan importante.
Estas 45 hectáreas verdes están situadas justo detrás del renacentista Palacio Pitti. Inaugurados en el siglo XVI, revolucionaron desde el primer momento el concepto del jardín. Definitivamente hubo un antes y un después a estos jardines. Los Médici tuvieron mucho que ver en el apogeo del espacio. De hecho, los jardines comenzaron a perfilarse tras la compra del Palacio Pitti por parte de esta famosa familia italiana. Diseñados por el revolucionario Tribolo, aunaron desde el primer momento el estilo renacentista a la perfección. A la fecha. Además, hay que enfatizar el hecho de que no son un simple espacio verde sin más. La exquisita y estudiada combinación de estatuas, lagos, pérgolas, obeliscos, anfiteatros, fuentes, grutas, vegetación…, los convierten en unos jardines dignos de visita. Eso sí, no olvidéis que la visita os llevará unas dos horas al menos, y tampoco olvidéis que podréis acceder tras previo pago 🙂 .
Como os podréis imaginar, mantener esta obra de arte con vida no es tarea sencilla. El trabajo que hay detrás es tan increíble como constante. Buena parte de ello hay que agradecérselo a Paolo Basetti, un especialista en botánica que trabaja en estos jardines desde hace ya unos cuantos años. Uno de sus objetivos es conservar la primera esencia de los Bóboli. Y lo consigue, entre otras cosas, estudiando hasta el más mínimo detalle de la historia del jardín. Por ejemplo, entre la vegetación aquí existente, no existe ninguna que no estuviera incluida en el catálogo del año 1800. Se conserva siempre la misma flora que antaño y no se aceptan nuevas especies, porque como dice el mismo Basetti, «aquí se siguen los dictados de la historia«.
Muy probablemente sea esta obsesión por la historia la que conserve intacto el encanto del Bóboli. Sea como sea, te recomendamos que no te lo pierdas. Además, si quieres descansar entre museo y museo, necesitarás desconectar y llenar de aire tus pulmones y, Florencia puede presumir de tener el jardín más famoso del mundo, pero no, de tener un amplio abanico de jardines. Así que, si buscas zonas verdes, pocas opciones más te quedarán que no sean el lujazo del Bóboli.
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