Desde hace ahora justamente veinte años, el calendario uruguayo lleva marcando con letras de oro una fecha clave durante el mes de octubre, un acontecimiento en el que relucen con sus mejores galas los valores más arraigados del país: hablamos del Día del Patrimonio, el evento cultural por excelencia en Uruguay. Esta gran fiesta patria se caracteriza por la posibilidad de visitar gratuitamente museos, teatros, iglesias, edificios particulares y cualquier expresión cultural de interés histórico o arquitectónico.
La iniciativa, que se desarrolló por primera vez en 1995 a instancias del célebre arquitecto José Luis Livni, ha ido ganando admiración y protagonismo año tras año; tanto, que su duración llegó a duplicarse gracias a la extraordinaria acogida por parte de vecinos y visitantes, pasando de uno a dos días. Cada edición hace énfasis sobre un foco concreto desde el que abordar la difusión cultural: en 2015, el Día del Patrimonio se celebra el fin de semana del 10 y 11 de octubre y tiene como tema central ‘La arquitectura en el Uruguay‘, coincidiendo con el centenario de la Facultad de Arquitectura.
El gran atractivo de este evento estriba no sólo en la visita gratuita a múltiples señas de identidad del país, sino en la posibilidad de conocer edificios que normalmente no se encuentran abiertos al público y que muestran su alma para la ocasión. Esta ingente sintonía popular se ha logrado al incluir dentro de la noción de patrimonio también otros elementos de carácter inmaterial con gran calado entre la población, como el candombé (arriba), el tango o la murga, expresiones musicales que forman parte del sentir de todo buen uruguayo que se precie.
Resulta asombroso vislumbrar en estos días los ríos de gente que discurren unificados en largas colas, consiguiendo una asistencia todavía mayor de la que tienen los espectáculos deportivos. Ciudadanos ávidos por conocer sus raíces más profundas, su historia, su esencia, concienciados por el respeto y la relevancia que tamaños símbolos han tenido para el devenir del país.
Son casi infinitas las opciones que pueden disfrutarse durante el Día de Patrimonio en Uruguay, desde rutas por bodegas a visitas guiadas por estaciones de tren, recorriendo faros, balnearios y, claro está, museos y múltiples edificios históricos. No obstante, de entre la amplísima oferta cultural destacan ciertos monumentos en los que la expectación alcanza cotas inusitadas y donde la acogida supera la media con creces. ¿Nos acompañas en este ilustrativo recorrido por cinco de los puntos más emblemáticos de Montevideo?
1. La Torre de las Telecomunicaciones (arriba) se erigió en el año 2002 como el mayor rascacielos de Uruguay, de estilo futurista, con 157 metros de altura y diseñado por el famoso arquitecto local Carlos Ott. Desde entonces se ha convertido en un símbolo de la bahía de Montevideo y puede ser avistado desde muchos puntos de la ciudad. ¿Lo mejor? Que su mirador te deleitará con hermosas vistas de la ciudad en un recorrido de 360º. Aquí tienes la primera de las citas obligadas.
2. El Teatro Solís (al comienzo del texto) está concebido como el escenario artístico por excelencia de la capital del país. Aunque con posterioridad se han ido ejecutando diversas reformas, fue inaugurado en el año 1856 y toma su nombre del homenajeado navegante Juan Díaz de Solís, descubridor del Río de la Plata. Su decoración interior, magnánima y cuidada al detalle, conforma un conjunto de singularidad belleza completado a la perfección con las pinturas del plafond de sala y el arco escénico. ¡Espectacular!
3. No es menos llamativo el Cabildo de Montevideo, emblema de la arquitectura colonial en la ciudad e histórico por ser aquí donde se juró la primera Constitución del país. Se encuentra ubicado en plena Ciudad Vieja, y en su interior acoge el Museo y Archivo Histórico Municipal, donde tendrás la oportunidad de disfrutar de mapas, monedas, mobiliario, vestuarios y libros de época.
4. ¿Un adjetivo que defina al Castillo Pittamiglio (arriba)? Ecléctico sería una acertada denominación, debido a su combinación de esculturas y simbolismos. Su fachada principal cuenta con una esbelta reproducción de la Victoria de Samotracia, que apunta intencionadamente hacia el mar, y su laberíntico interior está repleto de habitaciones con formas irregulares, puertas que no llevan a ninguna parte o ventanas ciegas. Constituye una alegoría del viaje espiritual.
5. La estilizada arquitectura del Palacio Taranco te transportará hasta el siglo XVIII para contemplar los rasgos más característicos de la belle époque francesa, ya que su interior cuenta con una remarcada decoración creada a partir de materiales que fueron directamente traídos de Europa, conservando aún ese aire señorial de antaño. Fue la casa más lujosa de principios del siglo XX en Montevideo, todo un homenaje al buen gusto. En la actualidad alberga el Museo de Artes Decorativas, además de una valiosa colección de artesanías musulmanas, griegas y romanas y varias pinturas de genios universales como José Ribera o Joaquín Sorolla.
Imágenes: Embajada de los Estados Unidos en Uruguay; Kobby Dagan; Alexandre Pereira; Fedaro.
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