El otoño inunda nuestras vidas de novedades. El clima se torna más áspero y sombrío, con la consecuente llegada de las primeras lluvias y del primer descenso térmico de la temporada, los días se vuelven más cortos debido también a ese cambio de hora que a muy pocos gusta, el paisaje se tiñe de amarillos y marrones y las hojas secas vuelan de aquí para allá… Y, llegan las setas a nuestra vida. Muchos incluso os aficionáis y día sí, día también, salís en busca y captura de tan valioso producto.
Los expertos lo sabréis: irrumpen con las primeras lluvias. Algunas se despiden enseguida hasta el próximo año. Otras se quedan hasta la primavera. Cualquier rincón de España puede ser bueno para recolectar setas. Sin embargo, hay algunos mejores que otros: Huesca, Lleida, Barcelona, Navarra, La Rioja, Soria y Madrid, figuran en la lista top ten de lugares donde más setas se dan.
Es una de esas aficiones a las que te tienes que dedicar con mucho sentido común. El motivo: muchas especies no son comestibles. Algunas incluso venenosas. Hasta tal punto que a la muerte nos pueden llevar. Dicen que en realidad tardas años y años en distinguir las especies, y que, lo mejor para adentrarte en este arte es ir acompañado de alguien que sí sepa y estudiar al respecto. Una vez que dominas el asunto, la afición se torna la mar de interesante y entretenida. Además de buscar setas, estás en pleno contacto con la naturaleza, desconectas y haces ejercicio. ¿Qué más se puede pedir?
Para quien no lo tenga claro, debemos aclarar que las propiedades de este producto son infinitas y de un valor inestimable. Son una fuente excelente de proteínas y sales minerales como fósforo, hierro, potasio, calcio o magnesio -entre muchas otras-, además están cargadas de fibra y carbohidratos. Por si esto fuera poco, facilitan nuestras digestiones y son hipocalóricas (por lo que son ideales para el control de peso). Vamos, una auténtica joya comestible.
En el último número de Ronda Iberia, el chef Óscar Velasco le da una serie de consejos a Rafael Ansón sobre el consumo de este producto. Asegura que las que se pueden comer en crudo son una delicia así tal cual, que si las cocinamos son un excelente acompañante de las avellanas, que cualquier vino de Jérez armoniza con ellas, y que las limpiemos preferiblemente con un paño húmedo.
Así que, tomen nota señores.
Foto | Javier Díaz Barrera