El norte de España está repleto de tierras místicas, encumbradas por un pasado ancestral y que se caracterizan por albergar paisajes de singular belleza marina. La provincia de Gipuzkoa, la más oriental de las tres que conforman el País Vasco, acoge en su costa uno de los secretos mejor guardados de la región: unos impactantes acantilados creados a partir de estratos horizontales y verticales que han terminado conformando un tesoro de gran valor natural y, quizá, la panorámica más llamativa de todo el litoral cantábrico. Te damos la bienvenida a la Ruta del Flysch.
Los flysch son formaciones geológicas creadas a partir de capas de sedimentos marinos que se fueron estratificando pausadamente a lo largo de los últimos cincuenta millones de años. Su peculiar aspecto ha sido posible gracias a la alternancia de franjas duras con otras más suaves, más proclives al desgaste, dando lugar así a un paisaje de estratos muy diferenciados a partir de la acción continua de los agentes erosivos del terreno. La fuerza de la tierra y sus enérgicos movimientos internos provocaron incluso que algunos de ellos tomaran forma vertical, transformándose así en hileras aún más atractivas. Es especialmente sugerente ver cómo se adentran en el mar para engendrar una simbiosis perfecta. Los flysch de Gipuzkoa se extienden a lo largo de trece kilómetros entre las localidades de Mutriku, Deba y Zumaia, especialmente entre estas dos últimas, y su excelsa riqueza biológica los convierte en uno de los biotopos más completos de la costa española. Juntas forman el Geoparque de la Costa Vasca.
Conocer esta maravilla de la naturaleza no te llevará más de un día, por lo que se trata de una visita obligada durante tu estancia en Gipuzkoa al encontrarse a menos de una hora de la capital, San Sebastián. Existen dos alternativas diferentes para llevar a cabo esta Ruta del Flysch:
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Puedes llevarla a cabo por tus propios medios, adentrándote en las playas para caminar entre las formaciones geológicas y divisar de cerca los estratos en las rocas y los acantilados. El itinerario es algo más duro de lo normal al tratarse de terrenos escarpados, pero, a cambio, tienes la recompensa de entrar en contacto directo con la naturaleza. Eso sí, recuerda prestar especial atención a la altura de las mareas, pues sólo podrás efectuar este recorrido cuando esté baja. La playa de Itzurun, en Zumaia, o la de Sakoneta, en Deba, son auténticos paraísos paisajísticos que se interrumpen únicamente por el inconfundible sonido de las olas.
Y si no deseas caminar entre las rocas, siempre tendrás la oportunidad de disfrutar del paisaje desde los miradores que encontrarás en estas localidades. Especialmente provocativas son las vistas del horizonte al atardecer, cuando la luz rojiza del sol se une con el paisaje para crear imágenes espectaculares.
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Las oficinas de turismo de estos municipios costeros ofrecen visitas guiadas que incluyen un recorrido por los acantilados y también un paseo en barca por toda la costa para disfrutar de los flysch desde una perspectiva mucho más amplia, completadas en todo momento por información y explicaciones sobre el origen, la formación y el entorno de este enclave natural. Es una opción ideal si viajas con niños, pues les será más fácil comprender los detalles.
Y ya que has llegado a la comarca de Debabarrena, sería pecado abandonarla sin visitar los propios pueblos para descubrir la esencia vasca desde su interior. Buena parte de su encanto estriba en las raíces que ha ido forjando el Camino de Santiago a lo largo de los años, pues forman parte activa de esta ruta peregrina en el célebre Camino del Norte.
¿Qué más encontrarás aquí? Hermosas casas de colores que dan la bienvenida a los barcos desde el puerto y que crean una imagen de postal, centros medievales cargados de historia y compuestos por calles sinuosas y, por supuesto, una de las gastronomías mejor valoradas del mundo: las famosas barras de pintxos vascos donde saciar el apetito con pequeños bocados de diseño, chuletones de ternera asados a la leña y pescados, como el exquisito rape o el apreciado besugo, recién traídos del mar a la mesa.
Imágenes: Turismo Gipuzkoa; Guillén Pérez; Mimadeo.
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