Sí, es automático. Cuando comenzamos a respirar ese inconfundible aroma a Navidad, nuestro día a día evoluciona de un modo casi inconsciente para dar paso a costumbres típicas de esta época del año: decorar el árbol, organizar continuas reuniones familiares y, por supuesto, saborear algunos dulces que no volverás a probar hasta doce meses después. Y es que hay recetas tan típicas de las fechas navideñas, tan arraigadas a la tradición, que hasta resulta extraño saborearlas fuera de este contexto.
La prolífica gastronomía española ofrece un sinfín de postres que se encargan de endulzar las sobremesas de Navidad a lo largo y ancho del país. En estas fechas hay dos protagonistas absolutos, indiscutibles, que han traspasado fronteras para ser consumidos también otros países: el turrón y el roscón de Reyes.
- El turrón (con forma alargada en la imagen principal) se lleva elaborando en España desde el siglo XV, ahí es nada, y su importancia es tal que cuenta incluso con una denominación de origen propia. Se trata de una mezcla de miel, azúcar, clara de huevo y almendras, muy compacta, que suele presentarse en forma de tableta rectangular. Existen dos variedades principales: el turrón de Alicante, duro, con una oblea que lo envuelve y en el que se ven las almendras enteras, y el turrón de Jijona, cuya masa resulta mucho más blanda tras haber sido molida previamente. Su presencia es indiscutible durante todo el período navideño.
- Por su parte, el roscón de Reyes era un dulce que ya consumían los antiguos romanos, siendo la tradición cristiana quien se encargó de otorgarle un significado religioso durante la Pascua; su nombre actual se debe a la costumbre de consumirlo durante el día de Reyes, el 6 de enero. Es una especie de bizcocho en forma de rosca relleno de crema o nata y que se decora con pedazos de fruta escarchada, normalmente de diferentes colores, que le confieren un aspecto aún más apetitoso. Pero su gran sorpresa la tiene guardada en el interior: una pequeña figura de cerámica que dictaminará quién debe pagar el postre. ¡Hay que tener mucha suerte!
Más allá de estas dos opciones predilectas, la gran diversidad existente en España permite que cada región cuente con creaciones propias que varían en función de las tradiciones y de los ingredientes habituales en la zona. Nuestro azucarado recorrido lo llevaremos a cabo solamente por algunos de los postres más característicos, pues existen tantas opciones diferentes que sería difícil recoger todas sin que el artículo se conviertese en un texto interminable.
- En el País Vasco está muy extendida la intxaursalsa, una dulce crema de nueces cuya historia se remonta siglos atrás y que ha vuelto a disfrutar de un renovado protagonismo en las últimas décadas. Está elaborada con leche, nata, azúcar, canela y, claro está, nueces: todos los ingredientes se cuecen juntos hasta que la combinación adquiere su espesor característico. A la hora de servirse, la crema se corona con nuez molida.
- Las neulas (arriba) son el postre navideño favorito de los niños en Cataluña. Se trata de unos barquillos alargados en forma de tubo, figuras que se preparan enrollando unas láminas finas elaboradas con azúcar, mantequilla, huevo, harina y ralladura de limón. Normalmente están huecas, aunque existen recetas caseras que les imprimen su toque personal rellenándolas de chocolate, de vainilla o incluso cubriéndolas con cacao.
- Típicos de las Islas Baleares son los célebres crespells, una galletitas de pequeño tamaño y muy consistentes: hacemos referencia a unas pastas secas de mantequilla, harina y azúcar preparadas al horno, aderezadas siempre con un toque especial a gusto del cocinero, ya sea limón, anís, naranja… Aunque los moldes también varían, lo más común es encontrarlas en forma de estrellas o flores.
- En Andalucía existen múltiples postres navideños, aunque quizá dos de ellos sean más conocidos que el resto: por un lado, los mantecados (con forma cilíndrica en la imagen principal), que se elaboran especialmente en las provincias de Sevilla y Córdoba. Hablamos de una masa medio compacta hecha con harina, azúcar, manteca de cerdo y otros ingredientes que van variando según el sabor final que quiera dársele al dulce. Los hay de limón, canela, chocolate o coco, por nombrar algunos de los más comunes; por otro, el pan de Cádiz, un mazapán de grandes dimensiones relleno de cabello de ángel y fruta confitada. Su sabor a almendras es realmente característico.
- Muy peculiar resulta el paparajote (arriba), la receta por antonomasia en la Navidad murciana. Hablamos de un postre que se prepara con harina, leche, huevo y levadura, creando así una masa consistente que se adhiere a las hojas de un limonero. Sí, los paparajotes son hojas rebozadas sobre las que se espolvorea, una vez fritas, azúcar y canela. ¡Exquisitas!
- ¿Un sinónimo de fiestas navideñas en Canarias? También lo tenemos: truchas de batata. Parecen empanadillas, pero el azúcar esparcido sobre ellas ya marca el camino hacia un bocado de lo más dulce. Esta fina masa se rellena con batatas guisadas que previamente se han mezclado con almendra, azúcar, limón, canela y un revelador chorrito de anís. El resultado es inmejorable; tanto, que se han convertido en un verdadero símbolo de las islas.