Desde el pasado 24 de noviembre Jean-Auguste-Dominique Ingres resplandece en El Prado, embaucando de una manera arrebatadora a todos aquellos que lo visitan. Esta dinámica se extenderá hasta el próximo 27 de marzo, fecha en que la exposición cerrará sus puertas.
¿Con qué nos encontraremos exactamente si decidimos acercarnos a verla? Pues con un recorrido pictórico del artista francés ordenado de manera cronológica. En dicho recorrido comprobaremos la relación tan estrecha que el francés mantuvo con el arte del retrato. Además, percibiremos como, lejos de ser una rareza artística o un mero artista académico -en un primer momento, a Ingres se le dieron ambos valores- llegó a ser una pieza fundamental para el desarrollo de las revoluciones artísticas que a finales del siglo XIX y principios del XX tuvieron lugar. Tampoco debemos olvidar que el artista fue uno de los descendientes directos de Rafael y uno de los grandes precursores de Picasso, y, gracias a él, las escuelas europeas del siglo XIX -la española especialmente- cogieron el aliento necesario para renovarse. Es obvio pues, que la historia del arte mucho le debe al francés.
Esta es la primera exposición monográfica que una pinacoteca española le dedica a Ingres. Por ello, tal vez, sea doblemente interesante visitarla. Sus mujeres, proyectadas con unas líneas tan esmeradas como innegables llaman la atención nada más comenzar la visita. Sus cuerpos desnudos transmiten una sensualidad y una intensidad abrumadoras.
Con las navidades a la vista, siempre puede ser un buen plan alternativo para alguno de esos días de descanso, ¿acaso no?
Foto | Thomas Hawk