Además del funicular y los pasteles de Belém, una de las señas de identidad de la entrañable Lisboa son sus azulejos. Sobreviven al paso de los años con un porte y un saber estar asombroso. Nunca pasan de moda, nunca se desgastan, y nunca nos cansamos de fotografiarlos. Belleza en estado puro.
Pasear por el distrito de Alfama es todo un viaje cromático a la que fuera en su momento una de las zonas pesqueras por excelencia de la ciudad. Amarillo sobre azul, azul sobre amarillo, este juego de colores encandila a lisboetas y a extranjeros sin chistar. Las calles -e incluso muchas estaciones del metro- desprenden destellos oro y añil gracias a esa combinación perfecta. Combinación que al propio Kandinski le llevó años y años de estudio… Cuando un sólo paseo por Lisboa le hubiera bastado para darse cuenta de ello 🙂 .
La historia de estos azulejos es larga e interesante. Hasta tal punto que en Portugal existe en la actualidad un proyecto para que sus azulejos ganen ese título de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Y desde el año 2007 está en marcha una campaña policial llamada Projeto SOS Azulejo cuyo objetivo es proteger al azulejo de posibles malhechores y ladrones de antigüedades.
Hay un museo homenaje –Museu Nacional do Azulejo– a esta seña de identidad lisboeta. Se encuentra al norte del Barrio de la Alfama. Allí podemos admirar el trabajo de muchos voluntarios que se afanan en completar y restaurar paneles enteros de azulejos. Una auténtica labor que puede suponer hasta cinco año de trabajo… Y, evidentemente, también son muchas las tiendas especializadas en el asunto. Destacamos dos. El anticuario D’Orey, ineludible para cualquier coleccionista. La innovadora Cortiço e Netos, no ofrece piezas de coleccionista, sino que ofrece piezas industriales que fueron quedando relegadas en las épocas en las que el granito dominaba las construcciones de la ciudad.
Foto | Kat…