Si hay un medio de transporte que guarda la esencia romántica de los viajes pasados ese es, sin duda, el tren. Todos nos imaginamos a bordo de un vagón de tren de madera, mirando felices por la ventana el paisaje avanzar al ritmo lento de la locomotora.
Hoy viajar en tren es difícil en todo Latinoamérica. Quedan pocas vías y pocas máquinas, contadas excepciones que evitan que el tren ya sólo sea un recuerdo de museo. Un lugar donde se encuentra una de estas excepciones es Ecuador ¡Y qué excepción! Se trata nada más y nada menos que el considerado el tren más difícil del mundo.
En Ecuador, el Tren Crucero, un elegantísimo tren de aires antiguos, nominado éste año 2016 como mejor tren de lujo de Sudamérica por los World Travel Awards, te lleva durante cuatro días por una ruta entre volcanes y bellos paisajes.
Tren Nariz del Diablo
Si no cuentas con ese tiempo o con el presupuesto necesario, puedes optar por hacer sólo el tramo de la Nariz del Diablo, el tren más difícil del mundo. Así es como se conoce éste tren, y no suena a exageración dado que a Ecuador, en tiempos de la colonia, se le conocía como tierra de malos caminos. Nosotros, sin embargo, creemos que es encantador. Os contamos todos sus secretos…
La difícil topografía de los Andes, la escasez de mano y el clima lluvioso que provocaba derrumbes y terribles enfermedades tropicales, fueron las causas de que se conociera éste ferrocarril como el más difícil del mundo.
Para coger el tren, hay que llegar hasta Riobamba y desde ahí, iremos hasta Alausí, un pequeño pueblo donde se encuentra la estación de tren desde la cual nos embarcaremos en ésta aventura ferroviaria. El pueblo parece haberse detenido en el tiempo, y el paso del tren nos lo recuerda.
Éste tramo recibe el nombre de la montaña Nariz del Diablo, conocida también por los habitantes de la zona como “Cóndor Puñina” que significa “Nido de Cóndores”. Aunque los cóndores, lamentablemente, se fueron cuando se iniciaron las obras de la vía.
Un tren en zigzag
La mayor dificultad de ingeniería con la que se encontraron para hacer avanzar el ferrocarril por este paisaje fue el gran desnivel que hay entre las estaciones de Sibambe y Alausí, que es de, nada más y nada menos, que de 600 metros en tan sólo diez kilómetros. Para superar tal desnivel se optó por la técnica del zigzag, que se convierte, hoy en día, en el espectáculo deseado por todos los pasajeros.
El tren va ascendiendo como si fuera por una cremallera tirado por dos locomotoras y aunque el trabajo de los maquinistas es más duro que en otros casos, el paisaje es espectacular como sólo puede encontrarse en las zonas andinas de Ecuador.
Los pasajeros, mientras dure el proceso de avance, recordarán las leyendas que hablan de éste ferrocarril como de algo demoniaco. Existía temor a pasar por aquí en los tiempo pasados, tanto es así que muchos preferían bajarse del vagón y continuar caminando o a caballo, eran frecuentes los desmayos de los que quedaban y al recuperarse contaban extrañas imágenes que habían visto. ¿Quién se apunta a esta increíble aventura?