Hoy nos vamos de paseo por esta urbe europea. Con unas pocas pinceladas informativas ya tenemos el día completo. ¿Quién se apunta?
La primavera en Suecia no supera los 9 grados de media, así que, abrigaros bien. A nosotros nos sonará más a un paseo invernal que primaveral. Eso sí, con bastantes más horas de luz que durante el invierno: unas 8 horas de luz solar al día. La ciudad en sí se presta a pasear sin más, calles llenas de estilo y edificios bonitos cumplen las expectativas de cualquiera.
En nuestra cartera no faltarán coronas suecas. Tal vez a medio paseo nos cansemos y tengamos que recurrir a un taxi… Como sólo es aconsejable hacer uso de los oficiales, tendremos que fijarnos en sus matrículas: las de números amarillos son las fiables. O quizás, a medio paseo, apriete el hambre y tengamos que parar a tomar un tentempié ¿Alguna recomendación al respecto? Pues sí, dos 🙂 : no hay mejor tentempié en Estocolmo que los arenques o los famosos bollitos de canela, kanelbulles. Los arenques van que ni pintados con una cerveza -no olvidemos que la ciudad es territorio cervecero de primera– y los kanelbulles con el café.
Aunque la lengua oficial es el sueco, con el inglés nos entenderemos a las mil maravillas. Así que, como una de las cosas marcadas en rojo para nuestro paseo es darnos un garbeo por las tiendas de muebles y decoración de diseño escandinavo, estamos seguros que no tendremos problema alguno para cotillear. No olvidemos que la capital de Suecia (título obtenido allá por 1521) está en la lista top de ciudades importantes en cuestiones de diseño e interiorismo del hogar.
Como el aspecto artístico también está en nuestra lista de prioridades, nos subiremos al metro y mataremos dos pájaros de un tiro: viajar en metro y apreciar arte. Y es que la mayor galería de arte de Estocolmo, ¡y del mundo entero!, se aloja en las profundidades de la ciudad: 110 kilómetros de recorrido artístico por solo 36 coronas suecas (unos 4 euros). Y es que 94 de las 100 estaciones de metro que la ciudad tienen están decoradas con verdaderas obras de arte. ¡Increíble pero cierto!
Si la noche nos pilla por sorpresa podremos culminar nuestro paseo con broche de oro: visitando el Icebar. Se trata del primer bar de hielo permanente del mundo y cada mes de abril, se reconstruye con una forma diferente. Una visita curiosa que deja de manifiesto la mejor manera de ahorrar en lavaplatos: que la cubertería incluida sea de hielo, ¡jajaja! Por supuesto, su carta de cócteles no tiene precio.
¡Y hasta aquí nuestro paseo! Apetecible, ¿sí o no?
Foto | Riku Kettunen