La ciudad de Buenos Aires (CABA) ha sido designada Capital Iberoamericana de la Cultura Gastronómica 2017. Y digo yo, ¿a alguien le sorprende tal honor? La principal urbe de Argentina, ese país lleno de maravillas, es también un viaje de sabores: asados, empanadas, dulce de leche, vino, mate…
Pero, ¿seguro?
Sí, ¡seguro! En Buenos Aires uno puede tomar el subte, moverse en taxi o pasear a pie con libertad y confianza, tan solo adoptando las mínimas precauciones propias de cualquier gran ciudad del mundo. Al menos esa ha sido mi percepción y mi experiencia personal: tranquila, agradable, y satisfactoria. No en vano, lo único que Buenos Aires «la culta» me ha robado ha sido el corazón. Bueno, ¡y también el estómago!
A la pregunta, ¿dónde degustar la mejor gastronomía de Buenos Aires?, la réplica sería algo así como “en todas partes”. No es diplomacia sino realidad, aunque cierto es que de los 48 barrios porteños, la moda está en Palermo.
Palermo. Quien lo ha visto y quien lo ve. Antaño rincón complicado de la ciudad, el barrio de las tendencias de Buenos Aires es hoy una muñeca de calles empedradas, casas bajas, pequeñas tiendas de diseño, acogedores hoteles boutique y ganas de pasear y quedarse a vivir ahí. Muñeca por lo de matrioska, matrioska porque son tres barrios en uno: Palermo Chico, Palermo Hollywood y Palermo Soho. Quédate con este último, con rincones como la Plaza Cortázar (aunque muchos la conozcan aun como Plaza Serrano, su antiguo nombre) y alrededores. A unos pasos está el Sheldon (Honduras 4969), un bar/restaurante/tienda de vinilos que gira cabezas. De día, suena a jazz; de noche, su patio interior y su ambiente informal de cuidada estética son un imán. Sirven ensaladas y buena comida mejicana.
Un viaje a Buenos Aires sin hincarle el diente a un jugoso bife de chorizo, no es un viaje. Si se trata de hablar de carnes en serio, comentemos lo de los tres locales de La Cabrera, pura parrilla argentina. Sin duda, algunas de las mejores carnes de la ciudad están en Palermo, en estos restaurantes tremendamente típicos, vibrantes y de raciones generosas. Imprescindible reservar porque siempre están llenos. Lo hacen todo bueno, ¡hasta las mollejas!
Para bajar la comida, lo mejor es ir de compras
Todos seremos más felices si husmeamos en las tiendas del barrio de Palermo, todas bonitas, todas originales, todas diferentes, todas especiales, todas con buen gusto. Todas de bien. Para ellos y para ellas.
En Tienda Palacio abundan los objetos divertidos. Desde llamativas fundas para maletas de viaje diseñadas por artistas gráficos del país, pasando por todo tipo de regalos. En Honduras 5272.
Las mejores mochilas, bolsos, calcetines y demás están en Gorrión, la tienda del cariño. Si te apetece y le das la oportunidad, uno de sus dueños te explicará entusiasmado cómo crearon su marca propia, cuya producción es 100% local y hecha a mano con toda la devoción del mundo. En Gurruchaga 1783.
Cojines, alfombras y unos bolsos urbanos maravillosos. Todo piel y más piel, la mejor. El olor al entrar en Calma Chicha es inconfundible. No hay duda: ahí se vende piel y de la buena, sin trampa ni cartón. En Honduras 4909.
Salta un momento de barrio. Nos vamos al centro (centro). Un taxista nos chivó que la mejor pizza de Buenos Aires es la del Güerrin y, como los amos del volante son sabios, allá que nos fuimos después de asistir a una función en el cercano Teatro Picadilly, en la artística Avenida Corrientes. En la pizzería Güerrin se hace cola, se paga la porción y se come de pie. Y es entonces cuando uno se pregunta, ¿cómo algo tan sencillo y espartano puede estar tan sumamente delicioso? Su especialidad, la de “muzzarella”, sabe a gloria. ¡Quién la tuviera más a mano!
¿Queremos un restaurante sofisticado en la parte moderna de Buenos Aires? Propongo comer en El Mercado (Martha Salotti 445), unos de los locales del Faena Hotel, una institución en la ciudad. El edificio revolucionó los alrededores, otrora degradados, iniciando así su transformación en lo que es hoy, una zona bien de negocios, oficinas, agradables canales, restaurantes con terrazas al sol, bares y una vida atrayente. El Mercado, decorado con objetos vintage y que recuerda a las legendarias cantinas argentinas, constituye una oportunidad para saborear algo del ambiente de este emblemático hotel sin tener que alojarse en él. Platos en horno de barro, distintos cortes de carnes argentinas, pesca del día y, en general, la más deliciosa comida tradicional argentina, entre cuyas especialidades destaca el ojo de bife.
¿Tinto o blanco? ¿Malbec o Torrontés?
Uno de los gozos sin sombras de Buenos Aires, y por extensión de Argentina, es regar las comidas con los mejores caldos. De norte a sur, pedir un vino es citar dos palabras mágicas: Torrontés o Malbec, blanco o tinto. Mineral el primero, de final aterciopelado el segundo, ambas son cepas de bandera en el país de América del Sur que nos ocupa. ¡Pruébalas!
San Telmo, un café redondo
Ninguna comida es redonda sin el broche perfecto de una humeante taza de café. Dicen que los argentinos son grandes apasionados de tan excitante bebida y, por ello, no perdonan nunca un mal café. La verdad es que no probé ni un solo que no fuera delicioso, aunque reconozco que el mejor de Buenos Aires fue el que me sirvieron unos chicos muy sonrientes en el Coffee Town, un puesto en el corazón mismo del decadente y mágico mercado de San Telmo. Independientemente de la excelente materia prima, el cariño con el que lo hacen se nota, se paladea. Dicho esto, me pregunto si no será también la magia del barrio de San Telmo, un universo poblado por las más fastuosas antigüedades, el ingrediente secreto que lo completa. Si vas por el histórico barrio cuyo nombre suena a tango, no olvides hacerte una foto en la puerta de El Viejo Almacén (Av. Independencia y Balcarce), una tanguería con mucha solera.
Hablando de tango
¿Dónde ver el mejor? Sí, yo también me hice la misma pregunta. Los bonaerenses me dieron múltiples opciones, según el bolsillo y las ganas. Dicen que lo más exclusivo es el restaurante Rojo Tango del famoso Faena Hotel, en Puerto Madero (la Buenos Aires moderna), con capacidad para unos pocos privilegiados, que viven una experiencia excitante. Yo recomiendo la del barrio vecino de San Telmo, Balvanera, una zona donde los inmigrantes dejaron su huella rica e indeleble. A unos pasos del interesante edificio del Centro Comercial Abasto (Av. Corrientes 3200) se halla la elegante entrada de la Esquina Carlos Gardel (Carlos Gardel, 3200), un local donde maridan cena y show. Entre platos con nombre de tango, a golpe de una rica empanada de carne o de un sabroso bife de chorizo (allí les gusta muy hecho), uno se siente pequeño en ese bonito teatro. Elegancia, buen gusto, números de tango de gran nivel, maravilloso vestuario y una atmósfera que, aunque turística, tampoco lo es demasiado.
En fin, que cuesta despedirse de Buenos Aires porque tiene un don. De repente, te transporta a otros países y otros continentes, eso sin perder su propia personalidad. Es enorme, hay muchísimo que ver y se puede nadar en cultura, que es desbordante. Buenos Aires es una capital intensa, como lo son sus habitantes. Teatrales, poetas, danzarines… los argentinos despiertan de todo menos indiferencia y además, saben llenar los estómagos de alegría. ¡Ay, Buenos Aires querida!
Foto| Marita Acosta.
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