Si estás pensando en un paisaje del mar Caribe es probable que estés imaginando algo muy parecido a lo que se encuentra en el Parque Nacional Natural Tayrona. A pocos kilómetros de la población de Santa Marta, en Colombia, encontramos uno de los paisajes más bellos del país. Por algo será que sus paisajes forman parte de las fotografías más espectaculares de cuantas publicaciones y guías existen dedicadas a esta parte del continente americano.
Cuando decimos que Tayrona es espectacular, no se trata de una exageración. La ficha técnica del parque nos informa de 15.000 hectáreas de extensión, de los cuales 3.000 son área marina con una temperatura media en todo el parque de 27 grados de promedio. Pero estos datos no acaban de reflejar lo que encuentras al llegar, la imagen que nos brindan las bahías y ensenadas que se forman, es espectacular; especialmente cuando la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña costera más alta del mundo, llega hasta la costa.
Descubrir el espectacular Tayrona
El Parque Nacional Natural Tayrona, en Colombia, es una suma de flora, fauna y agua. Al menos, así lo manifiestan algunas de las comunidades indígenas por las cuales el parque está declarado como territorio ancestral. Karldikukui, la madre agua, la fertilidad expresada en el agua; Hatei tumu, el padre de las piedras, para la construcción de caminos; y Saldui, el padre de las plantas.
Para poder disfrutar del paisaje del que hablamos hay que caminar por un sendero apto para la mayoría de visitantes, que pasa entre rocas, riachuelos, pequeñas playas y pasarelas de madera ¡Ojo con las playas! En la mayoría de ellas está prohibido bañarse. Varios carteles así lo anuncian. En época de lluvias se complica caminar por el sendero porque se embarra, pero por el contrario la vegetación es de un verde exuberante.
A unos pocos kilómetros de la entrada, se llega a playa Arrecifes. La primera zona de alojamientos y servicios. Unos paso más allá, se llega a la playa de Arenilla, ésta ya sí apta para el baño. Cerca encontramos la Piscina, una playa sagrada, donde hace siglos, las comunidades Koguis y Arhuakas, hacían sus rituales en favor de la madre tierra para mantener la armonía.
El final del sendero coincide con el cabo de San Juan. Allí es donde van dirigidos la mayoría de los objetivos fotográficos que llevan los visitantes del parque. Se trata de una zona de acampada donde puedes dormir con tu propia carpa, rentando una, o, al aire libre, en hamacas. Escucharás el mar mientras duermes. Hay dos playas en dos bahías diferentes cercanas entre sí, divididas por un promontorio, sobre el que hay un mirador circular desde el que contemplar la belleza del lugar.
La mayoría de los viajeros que pernoctan aquí madrugan porque desde el Cabo de San Juan, los amaneceres sobre el Mar Caribe, son espectaculares.
Una alternativa para los viajeros más amantes de los caminos es subir a Pueblito, uno de los antiguos asentamientos ancestrales de las comunidades del tayrona. Solo tenéis que volar hasta Colombia para descubrirlo.
Foto | José Alejandro Adamuz Hortelano