Hoy volamos a Marrakech y allí nos encontramos con Salt. Salt es un restaurante. Más no es un restaurante cualquiera: la batuta la llevan las dadas. Y a partir de ahí ya todo es diferente.
Pero expliquémonos. Las dadas son mujeres marroquíes que desde los cinco años aprenden a cocinar en casa, bajo la batuta de sus madres y abuelas. Aprenden el arte culinario sin pautas ni medidas. Lejos de seguir recetas ya escritas, se dejan llevar por la tradición y por su instinto culinario principalmente. Muchas ni siquiera acuden al colegio, por lo que no saben leer ni escribir. Están predestinadas a pasarse la vida cuidando a sus familias y cocinando para ellas o, como mucho, trabajando como cocineras para familias adineradas.
Así, cuando en el año 2001 se abrió este restaurante muchas dadas querían formar parte de este proyecto. El hecho de que fuese a estar regido por ellas mismas era todo un acontecimiento social, además de la oportunidad de oro para muchas. Además, por si esta oportunidad fuera poco, en Salt les permitirían no solo plasmar sus conocimientos gastronómicos, sino también adaptarlos a las nuevas técnicas y a las nuevas modas culinarias.
La cosa no queda ahí. Salt tiene otro valor añadido. Cada mes traen a un chef de gran renombre y prestigio internacional que interactúa con las dadas durante ese mes. Todo un intercambio de conocimientos culinarios que culmina con la creación de recetas exclusivas para Salt. Dicho de otro modo, las dadas aquí no solo tienen la oportunidad de trabajar, sino que también, siguen formándose gracias a estos chefs que además las instruyen en el funcionamiento de la cocina actual.
Como comensal de Salt no te sentirás defraudado. Es un lujo poder saborear platos elaborados por manos cargadas de tradición e ilusión. Platos re-adaptados a la cocina moderna y a los sabores de nuestro tiempo. Salt también recauda fondos para obras benéficas que centran sus esfuerzos en proyectos destinados a mejorar la educación y la sanidad de las mujeres de la comunidad. Saber que con tu visita no solo contentas a tu paladar, sino que también aportas tu granito de arena a una buena causa, convierte esta visita gastronómica en algo aún más positivo.
Todas las dadas de la zona sueñan con este trabajo. Claro que no todas lo consiguen, solo las más desfavorecidas, esas que nunca han tenido ni tendrán algún tipo de oportunidad profesional en la vida. Una vez entran, ya no quieren salir. Por algo será.
Foto | SuperCar-RoadTrip.fr