Rituales, supersticiones y una celebración que se remonta a tiempos ancestrales, incluso antes de la llegada del cristianismo. Y fuego, por supuesto, mucho fuego. La Noche de San Juan no es sólo la más corta del año, también se encarga de dar una calurosa bienvenida al verano gracias a un ambiente en el que se mezclan lo místico y lo lúdico a partes iguales. Esta noche del 23 al 24 de junio se festeja en diversos países de Latinoamérica y de Europa, pero, por su arraigo y singularidad, se torna especialmente llamativa en España: cientos de hogueras iluminan las playas de norte a sur, de este a oeste, para ayudar a los más atrevidos a sacudirse los malos espíritus. También las capitales de interior disfrutan de la efeméride con grandes fuegos en sus plazas.
La festividad siempre se ha caracterizado por un halo mágico que impregna de energía positiva las localidades costeras del país; inicialmente pagana, fue combinando antiquísimas costumbres con otros motivos religiosos hasta acabar formando parte de la cultura española más enraizada. Al caer la tarde, grupos de amigos se reúnen junto al mar con comida y bebida para relacionarse en familia, compartir sus experiencias y deshacerse de todo lo negativo que han ido acumulando durante el año. Esta convivencia está acompañada por ritos de lo más variado:
- Las hogueras se erigen como el elemento central de la velada y como antesala para un nuevo año cargado de buena suerte. Según marca la tradición, a las doce en punto hay que pedir un deseo y saltar por encima del fuego hasta en siete o en nueve ocasiones; el número varía según la región, pero siempre en números impares, eso sí. Hay lugares en los que, además de leña, también se queman muñecos de trapo que representan a algún personaje popular. ¿El motivo del fuego? Su efecto purificador.
- También el mar disfruta de un gran protagonismo durante la Noche de San Juan: son siete o nueve olas las que tienes que saltar de espaldas al comenzar el nuevo día para que se cumpla el deseo que has pedido. Hay quien lo hace desnudo, aunque esto ya depende de gustos. Como curiosidad, los más supersticiosos piensan que sumergirse en el agua este día supone una ayuda extra para la fertilidad de las mujeres.
- Ya más en la intimidad, hay quien continúa guardando debajo de su almohada una pequeña rama de cedro junto a un deseo escrito en papel; tras dejar que se consuma la cera de una vela, a la mañana siguiente se quema el papel con la cera sobrante y se entierran todos los objetos, simbolizando una semilla de esperanza.
- ¿Quieres mantener tu belleza intacta durante todo el próximo año? Aprovecha entonces para mojar tu cara con agua de manantial a medianoche. Eso sí, atención: si te miras a un espejo antes de que amanezca, el ritual perderá todo su valor.
Son muchas las localidades y ciudades en España que se visten de gala para celebrar esta fiesta tan particular, cada una de ellas con su propia singularidad. En Málaga, por ejemplo, es común aprovechar las hogueras y moragas para asar espetos de sardinas, el plato más típico de la provincia, y compartir este manjar con las personas más cercanas; en Galicia es impensable concebir una Noche de San Juan sin degustar una queimada junto al mar, aguardiente al que se le prende fuego y que está cargado de misticismo, con conxuro (conjuro) incluido; o en Barcelona, por su parte, donde la célebre Flama del Canigó baja de la montaña hasta la Plaza de Sant Jaume para recorrer luego la ciudad encendiendo hogueras por todos los barrios (arriba).
Sí tienen todas un denominador común: la afluencia multitudinaria garantiza una diversión sin límites. Y tú, ¿te lo vas a perder?
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