Recientemente supe que son más de 300 las películas que al año se filman en las calles de la capital portuguesa. ¿Extrañada? La verdad es que no. Lisboa es una de mis escapadas favoritas, quizá porque me maravilla observar como la ciudad más occidental de Europa posee una belleza que nace del desorden (que me atrae, me domina y me hace suya). Tranvías, fados, miradores, cuestas y buen clima suman sustantivos, sensaciones y lugares que responden a por qué Lisboa es un lugar con mayúsculas.
LISBOA EN LOS CLÁSICOS DEL CINE
En Lisboa desemboca el Tajo, lugar en el que muchas corrientes de historias y esencias culminan un largo viaje. Quizá por eso el cine la muestra muestra ligada al agua, tal y como sucede en la cinta rodada en Lisboa que arranca con el protagonista desembarcando En la ciudad blanca (así se llama la película de Alan Tanner). Más tarde vemos al personaje alejándose del Puente del 25 de abril, o aligerando el paso para saltar a uno de los famosos tranvías de la capital.
Desde entonces, 1983, la ciudad ha obedecido a la teoría de la evolución pero sin perder nunca esa esencia tan suya, esa decadencia que invita a visitarla y revisitarla. La ropa sigue tendida en las fachadas, ocupando una cuerda doblada en una sonrisa, y eso mantiene mi fe en que hay lugares del mundo en los que las cosas pueden cambiar a un ritmo más humano, más pausado. A Lisboa, curiosamente, siempre he viajado en pareja, a pesar de que me parece una capital muy de amigos, un rincón del mundo con carácter, con mucho que ver y mucho que disfrutar en grupo; una ciudad fresca donde brindar con chupitos de “ginjinha” en el famoso local del mismo nombre (Largo Sao Domingos, 8, en Rossio), para después sentarse alrededor de una gran mesa de mantel a cuadros y encargar un sabroso pollo a la portuguesa, con su especiada salsa y sus ricas patatas. Y en el momento de “la dolorosa” -como algunos nos referimos con ironía a la cuenta-, comentar con alegría lo barato y bueno que estaba todo.
Volviendo al cine. Es normal que Win Wenders y Lisboa, que comparten un lado rebelde, galán y alternativo, en algún momento se encontraran. Eso hicieron en Lisbon Story (1994). El fado que llena de belleza sonora una de sus famosas escenas es Alfama, hecho música de la mano de MadreDeus. Aquel es un nombre no solo de fado, sino también de rincón imprescindible, cuyas calles en cuesta piden a gritos conformar el guión de cualquier viaje a Lisboa, sea de la naturaleza y compañía que sea. Sr. Fado ((Rua Dos Remedios, 176), en Alfama, es uno de los lugares más entrañables donde escuchar este tipo de canto.
AGENDA DE NAVIDAD EN LISBOA
En mi opinión, Lisboa en versión navideña debería ser escenario de muchas películas. Una de las cosas que más evoco de mi Navidad en Lisboa es ese buen hacer a la hora de iluminarla, esas divertidas esculturas efímeras y callejeras en forma de gigantescos adornos navideños. Hablando de colosos, recuerdo perderme por la Baixa lisboeta, atravesar el monumental Arco da Rua Augusta y, como guinda del pastel, desembocar en la inmensa y otrora semidesnuda Praça do Comercio. Utilizo el adverbio muy expresamente, pues es en diciembre cuando a la explanada le nace un imponente árbol de Navidad, que en esas fechas tan señaladas simboliza el lado más festivo de la ciudad.
De hecho, si como yo os preguntáis dónde celebrar la Nochevieja en Lisboa, recordad que la Plaza del Comercio acoge la tradicional fiesta de fin de año, que incluye fuegos artificiales. Una noche en la que residentes y visitantes salen a la calle, brindan, disfrutan de la música en vivo y aúnan voces para corear un momento emocionante: la cuenta atrás.
Además de las callejeras, una de las iluminaciones de Navidad más llamativas de Lisboa es la del centro comercial Vasco da Gama (Av. D. João II, nº 40), que presume de tener uno de los alumbrados más extraordinarios de la capital. Juzgar por uno mismo es tan fácil como montarse en la línea roja del metro hasta la Estaçao do Oriente, a 10 minutos del centro de Lisboa.
TRES COSAS TÍPICAS QUE HACER EN NAVIDAD EN LISBOA
Ir de compras por las principales zonas de tiendas de la ciudad. Baixa-Chiado, Bairro Alto, Príncipe Real y la Avenida da Liberdade (territorio del lujo y de las marcas exclusivas) son las zonas más coloridas y alegres de la capital lusa.
Probar un dulce típico navideño. Los más conocidos son el “Bolo Rei”, las rebanadas (como las torrijas) o los “sonhos y filhós”. ¿Qué sería de Lisboa sin sus cafeterías?
Calzarse las deportivas y correr. La carrera “São Silvestre” de Lisboa tiene lugar el 31 de diciembre y sale de la Avenida da Liberdade.
¿Planeando ya las vacaciones de Navidad? Uno de los destinos más afortunados es, sin duda, Lisboa. Para los que busquen unas fiestas diferentes, la capital de Portugal es la mejor respuesta. De paso, vale la pena visitar las que han sido localizaciones de película en aquella ciudad, pues no solo de árboles de Navidad, luces y compras vive el viajero… ¿o sí?
Foto: Pedro Dias
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