¿Me quiere? No me quiere. ¿Me quiere? No me quiere.
Pobre Lisboa, que vive en vilo aguardando tu llegada. Si no la has visitado, si no le has regalado una escapada en condiciones, entonces “pena, penita, pena”, porque no has catado las mieles de una ciudad deliciosamente culta, de una señora que, sea cual sea la situación, siempre hace gala de un exquisito saber estar. ¿Que quieres impresionar a tu pareja con un viaje? ¡Lisboa! ¿Qué te apetece pasar un fin de semana divertido con amigos? ¡Lisboa! ¿Qué anhelas comer un sabroso bacalao en las calles de Alfama, gozar del sol de invierno en una alegre terraza de la rua Garret, en el Chiado más elegante, o reír a bordo de un tranvía amarillo de espíritu alegre? ¡Lisboa, Lisboa, Lisboa! Tras el interrogante de cierre, se abre la capital lusa. Eternamente.
Cierra los ojos y danos la mano en este viaje creativo por Lisboa. Imagina ese pájaro que planea sobre el cielo límpido de la capital lusa, absorbiéndolo todo. Visualiza la sensación de libertad, de sobrevolar la belleza, de magia… En Lisboa, esa perspectiva de lo bueno está a tu alcance en el puñado de miradores que se acurrucan en la ciudad y que la abren al mar, así como a un número desmedido de sus encantos.
De paseo por el barrio de Graça y São Vicente
En Lisboa, el cielo es el límite. El título de «mirador más alto de la capital» lo ostenta el “Miradouro da Senhora do Monte”, cuya panorámica de la ciudad es adictiva. Se llega en taxi o en el famoso tranvía nº28, y vale la pena por muchas cosas: por la vista al espectacular Castillo de San Jorge, al Puente 25 de abril y, como no, al río Tajo, amo y señor de las orillas de Lisboa. Tanta belleza junta “quita el sentido”, sobre todo a la luz de una de esas cálidas puestas de sol tan de Lisboa.
Escondido a la sombra de Alfama (su hermano famoso), el barrio de Graça y São Vicente goza de una atmósfera local, genuina y tranquila. El ambiente sencillo de sus calles acoge un restaurante que, con su modestia y buen hacer, se ha sabido ganar la simpatía de una fiel clientela. Así es “Ti Natércia” (en Escolas Gerais, 54), que sirve un bacalao más que bueno y más que barato.
Sin salir del barrio que nos ocupa llegamos al romántico “Miradouro da Graça”, otro proveedor de buenas vistas a Alfama y otras alegrías visuales. ¿Te gusta el buen rollo? Entonces este es tu lugar, ¡su atmósfera te sorprenderá!
Finalmente, y tras saltar a otras partes de la ciudad, el “Miradouro de Santa Catarina” (quizá uno de los más populares y un buen lugar para tomarse algo en alguna de sus terrazas con vistas despejadas), y el “Miradouro de São Pedro de Alcântara” (cercano al precioso Palácio Foz, del que no deberías perderte su biblioteca), son visitas imprescindibles que te harán sonreír (y desear fotografiarlo todo). El mirador de San Pedro de Alcántara, al que se sube fácil con el elevador de la Gloria, es para algunos el mejor de Lisboa, ¿será por su gran ambiente vespertino? ¿O quizá por contar con bares para tomar algo con unas magníficas vistas?
Lisboa, ciudad entre las ciudades creativas
Sigamos desgajando Lisboa. Es momento de meterle caña a su faceta más moderna y cosmopolita, a su arquitectura vanguardista, sus museos más contemporáneos y a esos eventos gastronómicos de los que deberías tomar nota.
En lo que a arquitectura y vanguardia se refiere, nuestro guiño es para el “Parque das Naçoes”, el que fuera sede de la Expo del 98. El espacio aglutina edificios de factura contemporánea, véase la Torre Vasco da Gama (el más alto de Lisboa) o la Estación de Oriente, de Calatrava.
Si entre museos de Lisboa anda tu juego, entonces el recién estrenado MAAT (museo de arte, arquitectura y tecnología) es nuestra opción más novedosa y contemporánea. Con apenas unos meses de vida (no será hasta marzo de 2017 que se abra en su totalidad), este edificio con forma de almeja es el nuevo icono en el perfil de la zona de Belém.
¿Buscas un evento gastronómico digno de una ciudad creativa? Apunta “Peixe en Lisboa”, que se celebrará del 30 de marzo a 09 de abril de 2017.
Adiós, Lisboa, adiós
No te vayas de Lisboa sin haber tomado distancia de su belleza, sin haber sido pájaro ante la maravilla de sus embelesos, sin haber inmortalizado sus tejados con alma. Cuando un viajero desgrana los encantos de Lisboa, su espíritu creativo cambia para siempre.
Foto original de Pedro.