Las olas de la Playa de Zarautz, en Guipúzcoa, han sido testigo de muchas cosas. Por ejemplo, han visto cómo hace 53 años el surf dejó de ser un deporte cien por cien tropical para convertirse en un deporte un poco español. O quizás, el apunte debería ser, un poco vasco… Y es que desde entonces, las olas del Cantábrico son un referente mundial, y, ¡con razón! A continuación, dos historias que dan fe de esto y de algo más…
Corría el año 1963 cuando Javier Arteche vio la portada de una revista con una guapa modelo en bikini y con tabla de surf sobre una descomunal ola. Aquella imagen, unida a los ánimos de su hermano mayor, marcaron una de las decisiones más cruciales que Javier ha tomado a lo largo de su vida: fabricarse él mismo una tabla y empezar a practicar aquello que esa estupenda chica parecía hacer con tanta facilidad. Y así comenzó todo. Javier, que hasta entonces era un amante de las montañas y el esquí, empezó a cogerle gusto también a aquello de subir olas y sortearlas con garbo y destreza. A pesar de que durante mucho tiempo el resultado de aquella práctica no era del todo positivo. No era de extrañar, recuerda Javier, «cogíamos las olas rotas y frotábamos las tablas con arena, ¡imagínate!»… Sin embargo, llegó el verano del 69 y con él, una pequeña concentración de surfistas en Zarautz y Javier voló sobre las olas. Desde entonces, no ha dejado de volar. Ha sido campeón de España y actualmente, con 67 años sigue practicando surf. Sigue dominando las aguas de su Cantábrico como el primer día, y, lo más importante, se lo sigue pasando bomba. Y a eso no hay quien le gane…
El pasado 11 de diciembre, el pódium internacional de surfistas ganadores experimentó un punto de inflexión. Tras años y años viendo como desfilaban por dicho podium deportistas australianos, sudafricanos, estadounidenses y brasileños en exclusiva, en 2016 vio como subía también un deportista español. El «murciélago de las olas», apodo con el que se conoce a Aitor Francesena, se proclamó campeón del mundo en surf adaptado, haciéndose con la medalla de oro y con todo el reconocimiento mundial. Además, su mérito es doble. Desde que en 2012 sufriera un accidente, Francesena es ciego. Hasta ese momento nadie ciego había conseguido proclamarse campeón del mundo. Él lo hizo y su alegría ahora es inmensa. Tras toda una vida dedicada al surf -fue artífice de la primera escuela de surf de España junto a su socio Mikel Troitiño, fue seleccionador nacional, fue entrenador de élite- ahora ha conseguido ponerle la guinda al pastel… al pastel de su vida…
Foto | Carol Peña