Decisiones, decisiones, decisiones. ¿Campo o playa? ¿Mar o montaña? ¿Ciudad o pueblo? ¿Capital o alrededores? Uruguay colecciona lugares especiales tanto para viajeros indecisos como para aquellos que lo quieren todo: el frenesí de una urbe creativa y esa cultura genuina que habita en los pueblos bonitos alejados del mundanal ruido.
En la capital
En 2015, Montevideo se sumó a las «Ciudades Creativas» de la UNESCO, sello que garantiza su carisma cultural. Dicen que en la capital uruguaya “hay poetas”, hecho que explicaría que, con discreción, sutilidad y sin aspavientos, Montevideo sepa llegar al alma de visitantes y viajeros.
Cual luminosos que se ven en la lontananza, estos son los planes que no pueden faltar en la agenda de un turista creativo en Montevideo:
Pasear por el barrio más antiguo de Montevideo. La puerta de la Ciudadela, el único tramo que perdura de la muralla que antaño rodeaba la ciudad, sirve de entrada al inconfundible aire colonial de la Ciudad Vieja. La zona, a su vez, rezuma un encanto de lo más vanguardista, entre edificios históricos, el puerto y su conocido mercado.
Explorar uno de los barrios más interesantes de Montevideo, plan que incluye muchos deseos en uno:
- Ir de compras por Punta Carretas, uno de los barrios de Montevideo que más sabe lo que es estar de moda. Ahí se encuentra el Punta Carretas Shopping (José Ellauri, 350), un centro comercial de espíritu independiente y alma mecenas que, de unos años a esta parte, ha venido auspiciando “Lúmina”, el concurso de diseñadores emergentes que potencia el talento en Uruguay.
- Visitar el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV). Su envoltorio, una colorida fachada, ya presagia un centro de arte moderno donde se programan exposiciones de pintura y escultura que valen la pena. Una actividad “disfrutona” que se saborea en un lugar tranquilo: el parque Rodó, justo en el límite de Punta Carretas.
- Otra de las curiosidades del barrio Montevideano de Punta Carretas es el Castillo Pittamiglio (calle Francisco Vidal, entre 21 de Setiembre y la Rambla de Montevideo), una estrambótica obra inconclusa, sin estilo definido, en el que se identifican simbolismos alquímicos, cristianos, templarios, rosacruces y masónicos. Cuenta la leyenda que el edificio albergó el Santo Grial, que acogió orgías y rituales satánicos… Por todos los mensajes ocultos expuestos, no es mala idea sumarse a alguna de las visitas guiadas.
- Por último, no vale despedirse de Punta Carretas, en Montevideo, sin un momento gastronómico. El tiempo se detiene en restaurantes tan sugerentes como El Viejo y el Mar (Rambla Mahatma Gandhi 400), cuya cocina latina combina la excelencia en los fogones y en las vistas al río.
Fuera de la capital
A unas dos horas en coche de Montevideo, en plena costa de Uruguay, se encuentra Colonia del Sacramento, conocida entre los lugareños como Colonia, que es patrimonio de la Humanidad.
Uruguay cuenta con otros sitios muy especiales como el salvaje Cabo Polonio (que bien merece un capítulo aparte) o José Ignacio, muy de moda para ir a pasar varios días y conocer gente encantadora. Y es precisamente en José Ignacio, también a dos horas en coche de Montevideo pero en sentido opuesto, donde se encuentra El Parador La Huella, una de las paradas obligadas del turista creativo que ansíe saciar sus deseos de gastronomía de diseño. ¿El pedigrí? Haber sido seleccionado entre los mejores restaurantes de Latinoamérica. Lo suyo son las parrilladas de mar, los mariscos y el sushi, especialidades todas que se degustan pisando la arena en un entorno de playa idílico.
Un “must”.
En definitiva, se mire por donde se mire, a Uruguay no le faltan encantos. ¿Quién vuela más?
Foto: Cristian Menghi