Cuantas veces hemos oído hablar del sueño americano, de la ruta 66, de recorrer la Costa Oeste californiana y, cómo no, de cogerse un coche descapotable para recorrer sin destino fijo las eternas carreteras que cruzan Estados Unidos. Pero, de entre todas estas rutas, yo tengo mi favorita: la Highway 1, por la que discurre el Big Sur Californiano y que resulta indispensable para todos los viajeros que quieran desplazarse desde Los Ángeles a San Francisco o viceversa.
Si sois de esos viajeros de los que disfrutan del viaje en sí, de los que entre una autopista gris y una carretera sinuosa que discurre entre vertiginosos acantilados y playas solitarias optáis por ésta última, ésta debe ser vuestra próxima ruta. Hablamos de una carretera de película que discurre durante 800 kilómetros paralela a la costa del Pacífico: no defrauda un solo instante, e invita a hacer un viaje lento, con paradas, para disfrutar del paisaje, respirar el olor del mar y dejarse llevar por el viento. En este trayecto se cruza el denominado Big Sur, que comienza la población de Morro Bay, a 200 millas al norte de Los Ángeles, hasta Monterey, a 120 millas al sur de San Francisco.
El Big Sur, además del espectáculo de su paisaje en sí, ofrece al viajero distintas paradas y excursiones en las que disfrutar tanto de la naturaleza en sí como de deliciosos pueblos de aire californiano.
Si salimos de Los Ángeles, la primera parada ineludible es Santa Bárbara, una población donde se mezcla el más puro espíritu de grandes mansiones y espectaculares playas con el encanto de una antigua colonia española. Continuamos hacia el norte hasta llegar Morro Bay, un delicioso puerto pesquero en el que disfrutar de una inolvidable puesta de sol rodeado de nutrias marinas.
La carretera después comienza a convertirse en sinuosa y aventurera, ofreciéndonos cada pocos kilométros view points como Piedras Blancas, Ragged Point o Big Creak, en los que resulta inevitable pararse a fotografiar el paisaje, la naturaleza en estado puro y las colonias de elefantes marinos, pelícanos, ardillas e incluso ballenas a lo lejos, en sus rutinas diarias, sin ser conscientes de lo asombroso que resulta a los ojos del viajero curioso y hambriento de aventuras.
Para los amantes de la naturaleza, esta ruta ofrece además la posibilidad de visitar parques naturales como Julia Pfeiffer State Park, donde se encuentra la famosa McWay Falls (arriba), una espectacular cascada que desemboca en una idílica playa digna de la más bella de las postales. En la belleza de este paisaje también encontramos elementos arquitectónicos que parecen levantados por la propia naturaleza, ya que se integran como un elemento más dentro del paisaje sin distorsionar un ápice el encanto de esta carretera. Así nos encontramos con el puente Bixby (abajo).
El camino va llegando a su fin: cruzamos Garrapata State Park y Point Lobos, dos parques naturales más, que vuelven a ofrecer la posibilidad de parar un día y recorrerlos con tiempo para disfrutarlos al máximo.
Antes de llegar a Monterey, punto final de la ruta, cruzamos Carmel by the Sea: este pueblo pintoresco, presidido por una enorme playa de arena blanca y rodeado de lujosas mansiones que parecen haber salido de un cuento de los hermanos Grimm, cuenta con una preciosa calle principal en la que abundan las galerías de arte y otras tantas tiendas de lujo.
En el pasado, el sueño americano comenzaba con una maleta, esperanza y un largo viaje. Hoy en día seguimos soñando con descubrir mundos nuevos; quizás los viajes ya no sean tan largos y cada vez viajemos más ligeros de equipaje, pero la esperanza de encontrar un mundo mejor sigue estando presente. La ruta por el Big Sur invita a reflexionar, descubrir el mundo en su estado natural más puro y a imaginar durante unos días o unas horas que nosotros también pudimos cumplimos nuestro sueño americano.
Imágenes | Anton Foltin; Matthew Connolly.
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