Hay que merodear muy poco para llegar a una conclusión muy sencilla, Nueva York es la ciudad más especial del mundo. Para referirme a ella solo puedo buscar en el diccionario los adjetivos más espectaculares y algunas veces, no encuentro las palabras.
No sé si es la rapidez de sus calles, las sorpresas que esconde en cada rincón o las oportunidades que tiene guardadas, pero Nueva York te abraza.
Desinhibe las mentes de sus turistas, embauca con su perfume de locura a los que la acarician e hipnotiza las formas de entenderlo todo. Recorriéndola sientes que siempre estará ahí para ti, para brindarte la oportunidad de volver a empezar de cero, es una ciudad muy generosa.
La ciudad de los sueños se mete a todo el mundo en el bolsillo, vivirla te traslada continuamente a la escena de alguna película; a una historia de amor o aquel film de ciencia ficción, porque si algo es Nueva York, es cine. Bienvenido al set de rodaje más grande del mundo.
Su ritmo te hace sentir valiente e invencible, aquí siempre podrás ser quien quieres ser. Te verás obligado a dejarte llevar bajo su manto de frenesí, diversión y locura. Es una metrópoli soñadora, exigente y muy trabajadora.
Admiro su envidiable diversidad, esa mezcla de modernidad y sobriedad traducida en fortaleza americana. Fortaleza basada en la bondad y el esfuerzo de los millones de personas que la adornan con su trabajo y su energía positiva cada día.
Me apasionan las alturas de sus edificios y los rayos de sol que se cuelan por sus calles cuando los rascacielos se lo permiten. Tan solo con observarla, te crees capaz de conseguir lo que te propongas.
Adoro sus planes, sus restaurantes o sus parques. Aquí tengo un buen grupo de amigos con los que no paramos de exprimir la ciudad y todo lo que tiene para ofrecernos, eso sí, tenemos nuestros imprescindibles. ¡Nueva York es muy divertida!
La oferta gastronómica es inmensa y a veces decidirse por el restaurante ideal, es casi una aventura.
Uno de mis básicos es El Café Mogador, situado en East Village y con un aire independiente, cuenta con el embrujo de su clara influencia árabe y te hace viajar dentro de la gran manzana. Se come de maravilla y la estrella de su oferta culinaria es el brunch, aunque con cualquier cosa te prometo que acertarás 🙂
La comida vegana es otra de mis perdiciones y en By Chloe, mi vegano favorito, me chupo los dedos. Los tienes repartidos por toda la ciudad y es fácil encontrarlos. Por ejemplo, si decides ir paseando a Williamsburg, es perfecto para reponer fuerzas de manera saludable, luego te puedes tirar a dormir la siesta en el agradable McCarren Park.
Nueva York te invita a pasear en bici cuando hace buen tiempo y esta es para mi, la manera ideal de recorrerla, es fácil alquilar una con el sistema ‘Citi Bike’.
Pedalea por ejemplo hasta el barrio de Soho para sumergirte en el mundo vintage de ‘What goes around comes around‘, una tienda de moda y accesorios increíbles. Allí podrás saborear un sushi delicioso en Blue Ribbon, mi japonés de cabecera. Siempre que tengo antojo de empuñar los palillos ese es mi sitio.
No se me pasan las ganas de visitar los museos, es muy estimulante descubrir todos y cada uno de ellos, en mi lista de MUST, no puedes dejar de ir al Met, el Moma o el Whitney.
Viajar constantemente a esta ciudad me ha hecho más apasionada, lo que me ha hecho fijarla como mi lugar de residencia, las sensaciones que se experimentan aquí no son comparables a nada. Afronto cada día con emoción y devoción, un motor que se recarga con la energía única de este lugar.
Tengo que dar las gracias a Nueva York por haberle enseñado a los suyos que los piropos son gratis, que la amabilidad no tiene precio y que una sonrisa también vale más que mil palabras; es simpática y hace especiales a todos los que soñamos por sus verticales avenidas.
Cuando viajo a Nueva York… Soy más apasionada.
Por Gala Gonzalez.
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