Pues sí. Hoy vamos a procurar que se os haga la boca agua con un post muy culinario cuyo único y gran protagonista será la carimañola.
La carimañola -¡difícil de pronunciar!, ¿verdad?- es un plato típico de Colombia, Brasil y Panamá. Aunque la base del plato es la misma en cualquiera de estos tres países, nosotros nos vamos a centrar en la panameña. Porque Panamá nos gusta, y mucho. ¿Qué tendrá ese país latinoamericano estratégicamente situado en América Central? ¿Será el casco viejo de su capital? ¿Serán sus encantos paradisíacos? ¿Será su canal? ¿O será su carimañola? 😉
La carimañola es un plato hecho a base de yuca. O cassava, o mandioca. A fin de cuentas, todo es lo mismo, sólo que dicho de tres modos. ¿Y qué es exactamente la yuca, o cassava o mandioca? Pues una planta. Una planta que tiene como fruto un tubérculo comestible que es además una importantísima fuente de carbohidratos. Quizás ahí resida el éxito de la yuca, tan presente en la gastronomía de este país.
Pero no nos desviemos, estábamos con la carimañola. Además del apunte de la yuca, cabe apuntar que la carimañola tradicional son una especie de bocaditos rellenos que se fríen en abundante aceite bien caliente. La yuca ejerce de envoltorio y la carne molida de relleno. ¿En qué momento del día se suele comer? ¡En cualquiera! Lo mismo se desayuna, como se come o cena o se sirve de canapé en un evento.
Como todo en esta vida, la carimañola también ha evolucionado y ha logrado seguir el ritmo marcado por la nueva gastronomía. Ahora ya no es raro ver carimañolas con rellenos de lo más dispares y sorprendentes. Que si marisco, que si guiso de un alguna excéntrica ave, que si queso… Casi todo vale. Mario Castrellón, uno de los chefs más reputados de Panamá y que dirige en su capital el restaurante Maito, se atreve con el pulpo. Sobre rellenos, Mario comenta que lo importante es que tengan sabores potencialmente intensos en los que nunca falte el cilantro. Y para el chef, aunque la carimañola va bien sopeada en café, su bebida acompañante ideal es una cerveza bien fría.
¡Tomemos buena nota! ¡Y buen provecho!
Foto | Aivar Ruukel