Gracias, Shanghái

30/10/2017

Iberia y Shanghái

Dicen que «es de bien nacidos ser agradecidos», y de ahí que este texto sobre Shanghái, el centro cosmopolita de la cultura y el diseño chino, sea un compendio de sucesivas acciones de gracias.

Gracias, en primer lugar, a los amigos, familia y conocidos por sus consejos. Y es que ellos, junto a páginas como la que en este instante estás leyendo, son piezas clave en la gestación de un viaje; prescriptores que lo hacen grande, que con sus consejos y recomendaciones sazonan una escapada y le dan el sabor de un episodio memorable. Antes de iniciar una aventura, me gusta siempre hacer un toc toc en la puerta virtual de un amigo y preguntarle qué es lo que le gustó o, contrariamente, lo que no repetiría del destino en proyecto.

En el caso de Shanghái, al otro lado del vuelo con Iberia me esperaba una mejor amiga en forma de anfitriona local, así que pisaba sobre seguro; sin embargo, no dejé de cumplir con el ritual acostumbrado de mis preparativos viajeros, y la fortuna quiso que una conocida, casualmente historiadora de arte, me transmitiera con entusiasmo que lo que sí o sí no debía perderme era el M50 Creative District de Shanghái.

Doy gracias por ello y por haberle hecho caso.

Así surgió la mejor tarde de domingo en el M50 Creative District. Después de comer, nos montamos en un taxi (en Shanghái son baratísimos) rumbo al también conocido como Moganshan Road, el distrito del arte contemporáneo de la ciudad: el lugar es un compendio de calles en las que uno puede saltar de galería en galería hasta hartarse del gusto. Todo al aire libre, entre murales de grafitis, cafés con estilo, rincones hipster y gente china joven y moderna. Sencillamente flipé.

Las horas volaron de exposición en exposición, y nos unimos a la paciente cola para entrar en la del artista español Joan Cornellá. Sus cómics con ironía me arrancaron muchas sonrisas, ¡tan divertidos!

Prosigo con los agradecimientos.

Gracias a mi anfitriona local por enseñarme lo mejor de lo mejor de Shanghái, por llevarme de la mano a algunos de los lugares más bonitos de su ciudad de adopción. Gracias por…

1. El paseo en bici hasta el espectacular brunch del M on the Bund (20 Guangdong Rd).

Mi anfitriona nos había alquilado, a modo de sorpresa, el medio de transporte que ese domingo nos llevaría rodando de sorpresa en sorpresa, de plan creativo en plan creativo. Y así, pedaleando por los carriles bici de Shanghái, acabamos desayunando al sol disfrutando de una de las vistas más privilegiadas de la ciudad. Nunca olvidaré esa terraza ni su atmósfera chic.

2. La sobremesa más relajante en uno de los balnearios de la Concesión Francesa de Shanghái.

El día que llegamos, mi amiga nos había organizado un masaje de una hora en este premiado lugar para el relax, con el que sentí como mi cuerpo borraba las largas horas de vuelo. Casi lloro de la emoción, por lo que recomiendo reservar un tratamiento en éste o cualquier otro spa urbano que sea bonito entre lo bonito.

3. La cena con vistas a Pudong en el restaurante italiano The Fellas Terrace (7/F, No.7 Yan’an East Road, Huangpu District), seguida de una noche de baile y copas.

Piensa en una terraza de moda al aire libre con las mejores vistas a los rascacielos del otro lado del río Huangpu y, sin saberlo, estarás pensando en este restaurante y su azotea. Confieso que he probado pizzas mejores pero, ¿a quién le importa eso mientras te sientes en la cima del mundo entre tanta gente guapa?

Tanto el restaurante como el exclusivo club se encuentran en el Bund y alrededores. Y es que en Shanghái todos los pasos parecen conducir a ese paseo frente al mar que quita el aliento. En mi opinión, el Bund bien merece un capítulo aparte, en el que no puede faltar un recorrido arquitectónico por sus bellos edificios.

4. El delicioso concierto de jazz en el Heyday Lounge, a unos pasos de la famosa Ferguson Lane.

Tras una copiosa cena, nos llevaron a uno de sus lugares favoritos de Shanghái. Gracias a ellos conocimos una sala de conciertos que no pasa desapercibida: íntima, con clase y mucho, mucho estilo. Fue como viajar en el tiempo hasta un peculiar universo art déco paralelo, en el que tomé conciencia de que estaba, ahí y entonces, viviendo un momento único en el otro lado del mundo, nada más y nada menos que en Shanghái. Y así fue cómo me emocioné. Y todo a media luz.

Puro vintage.

En conclusión, demos gracias por una ciudad creativa como Shanghái; por todos aquellos que, compartiendo sus experiencias, le dan buen gusto a una ruta; por los viajes, que nos han dado tanto; y por los mucho que nos queda por volar.

Foto | Xiquinhosilva

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