Luces en las calles, árboles iluminados, magia en el ambiente y más estrellas que nunca en el cielo. Niños ilusionados, chocolate caliente, castañas asadas y olor a jengibre. Sí, ya ha llegado la Navidad, por eso hoy te invitamos a descubrir cómo se visten en estas fechas seis de nuestros destinos europeos. Prepara la agenda: ¡querrás volar a todos ellos!
El dulce olor a canela de sus típicas galletitas y el ponche caliente son el acompañante perfecto para perderse por la plaza del Ayuntamiento de Viena (imagen principal). Aquí cada año se ubica uno de los mercadillos navideños más mágicos de Europa, el Christkindlmarkt: junto a sus casetas se instala, además, una pista hielo de 3.000m2 en la que disfrutar de una memorable tarde prenavideña patinando al son de los más típicos villancicos.
Otra de las joyas europeas en este sentido es Budapest. En la Plaza Vörösmarty se congregan más de cien puestos de madera donde comprar desde típicos productos de la cocina húngara hasta artesanía local de gran calidad; y, por si fuera poco, la capital húngara celebra entre noviembre y diciembre el Winter Festival para dar cabida a ritmos folk, jazz, blues, soul y demás músicas del mundo, además de un teatro de marionetas y todo tipo de actividades para niños. Ideal para viajar en familia.
Los amantes de los adornos navideños, estrellas en las calles y árboles gigantes llenos de luces tienen una cita en Praga (arriba). En esta ciudad de cuento, desde finales de noviembre hasta el 6 de enero se celebran cuatro mercadillos imperdibles en sus plazas más emblemáticas: la de Ciudad Vieja, Wenceslao, La Paz y La República. Aquí el frío lo combaten con vino caliente, y el gusanillo del hambre se quita degustando su tradicional rollo de almendra, llamado trdelnik. No, no te podrás resistir a comprar un nuevo adorno para el árbol que te haga rememorar las luces de esta preciosa capital centroeuropea cuando lo coloques en tu casa.
Y como hay tradiciones que no se deben perder, en la capital belga nunca falta el árbol de navidad gigante de la Grand Place, un símbolo de la ciudad por estas fechas. A su alrededor se sitúa el mercadillo navideño más conocido de Bruselas, donde también se instalan tiovivos y norias. ¿Qué lo hace diferente? Su espectáculo de luz y sonido, capaz de embelesarte desde el primer minuto.
Si miramos hacia el norte de Europa, caminaremos por el Gamla Stan, la ciudad vieja de Estocolmo. Allí, entre sus icónicas casas de colores y los puestos artesanales, dudarás si por un momento viajaste a uno de los cuentos de Dickens: la plaza Stortorget rezuma durante el adviento olor a castañas asadas y vino caliente y, si ya tienes la suerte de llegar un 13 de diciembre, descubrirás cómo la capital sueca se ilumina con las coronas de miles de jóvenes que, ataviados con túnicas blancas, salen a celebrar la fiesta de la luz o de Lucía. Es típico repartir galletas de jengibre y lussekatter, unos bollos con forma de gato condimentados con azafrán y pasas. Admítelo: es pura magia navideña.
Nuestro último destino está reservado para nuestros viajeros de alma bohemia: el mercadillo del barrio de Christiania en Copenhague. Este barrio alternativo se llena de casetas de productos hechos a mano por sus propios habitantes, y no es sólo la artesanía lo que lo convierte en parada obligatoria, también la gastronomía y la música en vivo. Una mercado que se ha convertido en una auténtica fiesta en sí mismo. ¿Te lo vas a perder?
Imágenes | Martin Froyda; kavalenkava