El Canal del Mediodía (canal du Midi) es uno de los canales más emblemáticos de Francia. Por no decir, el más emblemático. Y está en Toulouse. Bueno, más bien en los alrededores de esta ciudad perteneciente a la zona de Occitania. Si los canales hablaran… éste tendría muchas cosas que contar.
¿Cómo es el Canal del Mediodía? Es, ante todo, extenso: 240 kilómetros que bordean una de las vías navegables más importantes entre el Atlántico y el Mediterráneo y que une el río Garona con el mar Mediterráneo; si por algo se distingue es por los árboles que lo bordean y que lo convierten en una zona ideal de ocio, paseos a pie, paseos en bici… en definitiva, un buen lugar para desconectar del ajetreo urbano y conectar con la placidez de la naturaleza.
¿Siempre ha reinado esta idílica estampa en el canal? No. Desde 2006 algo hizo que su buena historia se empezara a tambalear y más de uno comenzara a temblar ante la posibilidad de que el entorno del canal dejase de ser tan atractivo. Se detectó una destructible e incurable plaga de hongos en sus árboles. Si todos estos árboles desapareciesen, ya nada sería lo mismo: las sombras dejarían de existir, el nivel de agua del canal descendería y por tanto su actividad en el mismo, y la inexistencia de raíces provocaría el derrumbamiento de muchos terraplenes. Tendríamos que decir adiós a un entorno de película.
¿Qué produjo esta plaga? Se cree que el hongo llegó a Francia con la Segunda Guerra Mundial, posiblemente escondido en cajas de plátanos contaminados que llegaban de otras partes del mundo. Y que, mediante el contacto humano, empezó a extenderse poco a poco, así hasta nuestros días.
¿La solución? Ir cortando cada árbol que se detecte que está afectado y repoblar la zona con árboles nuevos. A bote pronto quizás a alguien le suene fácil, pero no lo es: eso de repoblar la zona se traduce en un proyecto ambicioso, arduo y costoso que supondría una media de 220 millones de euros y tardaría unos 20 años en conseguirse. Además, la apuesta es tan fuerte que se pretende ir introduciendo nuevas especies: cerezos, chopos, arces, tilos… Algo que implica un doble riesgo, pues apostar por la novedad no sólo cambiará la estética del canal, también se jugará con la posibilidad de que estas nuevas especies sean capaces de formar un buen arco de sombra. Si la cosa funciona, el resultado puede ser espectacular: la sombra se mantendrá, la naturaleza seguirá reinando y estos árboles nuevos atraerán nuevas especies de flora y fauna a la zona. Y quien no arriesga no gana.
¿Se atisban ya las primeras consecuencias del problema? Por desgracia, sí. Ya hay puntos afectados, la sombra ha empezado a flaquear y los ciclistas son los que primero han empezado a sufrir estas calvas: ya es poco agradable andar en bici en pleno sol por aquí.
La VNF (vías navegables de Francia) ya ha comenzado su labor: explicar lo que sucede a lugareños y foráneos -el turismo es también clave en el canal-, lanzar mensajes de tranquilidad ante el nuevo proyecto, concienciar a la gente de que es un proceso necesario… Porque no hay otro remedio que ir talando los árboles enfermos. Esta labor se lleva a cabo mediante todo tipo de iniciativas: carreras populares que respaldan el proyecto, charlas y coloquios que explican lo que sucede, exposiciones que cuentan la historia del canal y vislumbran el futuro del mismo…
Ojalá dentro de unos años podamos continuar con la historia del canal del Mediodía. Ojalá dentro de unos años podamos pasear por la zona cuando visitemos Toulouse…
¡Seguro que sí!
Foto | Yuryev Pavel