Llegar a Gipuzkoa volando es como acariciar con la vista un manto de terciopelo verde que se extiende de forma sinuosa y rugosa hasta llegar al mar. Aterrizar en Gipuzkoa es sentirse abrazado por el verde de sus montes y el azul del Cantábrico. Es desear mirarla a los ojos para conocerla más. Hoy la cogemos de la mano y nos damos un paseo por tres de sus lugares imprescindibles: San Sebastián, el Santuario de Loiola y el museo Balenciaga.
El mar se adentra en Gipuzkoa través de una de las bahías más elegantes del mundo: la Bahía de la Concha en San Sebastián. Y es aquí, en la Bella Easo, dónde empieza nuestra ruta por tierras guipuzcoanas. San Sebastián o Donostia, para quien la nombra desde la cercanía y la cotidianidad, se muestra ante nosotros como una ciudad con el sabor de la Belle Epoque. Podemos comenzar a recorrerla bajo los pies del monte Urgull, cruzando su tradicional puerto pesquero primero y pasando por el espectacular edificio del ayuntamiento, antiguamente un gran casino, hasta llegar al Palacio de Miramar, antigua residencia de verano de reyes. Recorreremos después la playa de Ondarreta, muy reconocible en verano por su casetas de loneta de rayas azul y blanco, hasta llegar a El Peine del Viento. Esta esquina de la ciudad, aparentemente escondida entre el mar y las rocas, fue creada por Eduardo Chillida y Peña Gantxegui para hacernos sentir la fuerza de la naturaleza. Un lugar bello en los días de cielo despejado y suave brisa, pero más extraordinario aún, en días de mar revuelto y vientos agitados; no pararse en este lugar para respirar el mar, no tiene excusa.
Pero San Sebastián es también una ciudad que se degusta; y se degusta de verdad. Capital mundial de la gastronomía, ofrece sus típicos pintxos como excusa para perderse un día entero descubriendo las mil y una formas en las que, los sabores más tradicionales y los más vanguardistas, se fusionan en las barras de los bares de la histórica Parte Vieja donostiarra.
Abandonamos la capital para adentrarnos en la Guipúzcoa más profunda, verde y espiritual: llegamos al Santuario de Loiola, en Azpeitia (arriba). Aquí, en pleno valle del Urola, nació y creció Iñigo de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y uno de los personajes vascos más reconocidos de la historia. Dentro del santuario se encuentra la Basílica de San Ignacio, un edificio de 1738 que sorprende por su majestuosa cúpula y que acabará trasladándote en el tiempo hacia época medieval. ¿El culmen? Los secretos de la Casa Torre medieval en la que Íñigo de Loyola nació en 1491.
Tercero y último, pero no por ello menos sorprendente, resulta el Museo Balenciaga de Getaria. Este pequeño pueblo pesquero, característico por su Monte San Antón, guarda un secreto mundialmente conocido: ser el pueblo natal del gran modisto Cristóbal Balenciaga. En honor a este artista del patronaje encontramos en la parte alta del pueblo el Museo que lleva su nombre. Hablamos de una sede de arquitectura moderna que te da la bienvenida con un hall de cristalera infinita por donde se cuela el sol y que ofrece, desde lo alto, unas espectaculares vistas de la costa vasca. Por su parte, el museo muestra de forma mágica los diseños icónicos del gran maestro; basta con disfrutar del buen hacer, la creatividad y la innovación para entender por qué Balenciaga fue un genio y por qué en su pueblo natal le rinden este merecido homenaje.
Gipuzkoa, tierra de tradición y vanguardia. Una provincia donde historia, gastronomía y cultura se combinan de manera excepcional. Sencillamente, un destino imprescindible.
Imágenes | Dutourdumonde Photography; Ander Dylan