Berlín es acogedora, cuenta con muchos argumentos a favor de esta aseveración; y, si no, que pregunten a sus visitantes: llegan, la ciudad les abre los brazos, les ofrece lo mejor, los cuida y mima y, si tiene que hacerlo, los despide con un cariñoso auf Wiedersehen. Esto también sucede con sus refugiados, porque aquí hay sitio para todos. Son bienvenidos. Y si tienes ganas de aprender, de crecer, de vivir… ¡mucho más!
En esta vida hay que aprovechar todo. Primeras oportunidades, también segundas, y aplicarnos el no hay mal que por bien no venga. Berlín es lo que hace: acoge a sus refugiados, aquí siempre considerados «ciudadanos del mundo», y se acerca a ellos a través de organizaciones sin ánimo de lucro como Über den Tellerrand para darles una oportunidad de oro. Una oportunidad entre cucharas, cazuelas y cultura.
Esto fue lo que precisamente le ocurrió a una joven afgana de 21 años: a Farzaneh, un voluntario de Über den Tellerrand llamó a su puerta y la invitó a asistir a una sesión de cocina junto a otras mujeres de la zona; ahí comenzó todo. A esa sesión le siguieron otras, y así creció su confianza en los fogones y su desparpajo lingüístico con el alemán. Ahora, con todo lo avanzado, Farzaneh tiene herramientas suficientes para enseñar y compartir con jóvenes alemanes trucos y recetas de su querido Afganistán. Hablamos de clases de cocina que incluyen un plus importante: mientras pican cebolla o salpimentan un plato, hay hueco para contar anécdotas, hacer guiños culturales y hablar de curiosas costumbres. Sí, todos ganan. Todos ganamos.
Es algo que ocurre en la imperial y siempre sorprendente Berlín, pero también en otras ciudades alemanas, en Suiza, en los Países Bajos y en Austria. ¿No es maravilloso pertenecer a una cultura que recibe con los brazos abiertos a todos? Sin importar la procedencia, sin importar el fin.
Berlín siempre es un buen destino: volar a la capital alemana es asegurarte un viaje redondo; y, si sumamos este tipo de cosas, el aliciente es aún mayor. Estamos ante una ciudad multicultural y ecléctica, monumental y variopinta, cargada de historia, con un pasado controvertido pero con un presente esperanzador y luminoso… Así es Berlín, acogedora a rabiar.
Foto | Osamu Kaneko