La vida de playa en Río de Janeiro: Copacabana e Ipanema

21/02/2018

Pasó el Mundial de Fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016 y… ¿qué ha sido de Río de Janeiro? Pues ha demostrado que no necesita de atrezzos deportivos – o de cualquier otro tipo – para lucir hermosa y vibrante como pocas otras ciudades en el mundo. Sus dos barrios más carismáticos, Copacabana e Ipanema, te atraparán y harán que quieras convertirte en un carioca más.

Copacabana

La vida transcurre a otro ritmo en la Princesinha do Mar (Princesita del Mar), nombre con el que se conoce al barrio de Copacabana. Hay un dicho que es famoso en todo Brasil: La gente trabaja en São Paulo y se divierte en Río, y no podría ser más cierto. Los cariocas – como se conoce a los habitantes de Río de Janeiro – parecen haber nacido con el libro Las mil y una formas de pasarlo bien en la vida y una caipirinha bajo el brazo. Lo de nacer con un pan es algo bastante más materialista y aburrido.

En Copacabana, los cariocas han ido algo más lejos y han venido al mundo acompañados de una de las mejores playas urbanas del planeta. Entre los fuertes de Copacabana (1914) y Duque de Caxias (1779) se extiende una playa de unos cuatro kilómetros de largo: si entras en su arena con el oleaje del Atlántico frente a ti, verás, a tu izquierda, bellas montañas cubiertas de un manto verde tropical; a tu espalda, hoteles y edificios de apartamentos codiciados por los turistas; y, a tu derecha, el final de Copacabana que deja paso a su hermana Ipanema, más sofisticada y rica.

En su paseo marítimo, las olas del mar se ven reflejadas en un mosaico creado por el arquitecto Roberto Burle Marx en los 70. Por sus baldosas pasan bañistas durante el día y deportistas durante toda la tarde y noche. Y es que la vida en Copacabana no para: los adoradores del sol escuchan música, beben agua de coco o cerveza, juegan al vóleibol playa (o cualquier otra cosa relacionada con una pelota) y se bañan. Cuando cae la noche, se encienden los focos de la Avenida Atlántica y los cariocas salen a pasear, correr, pedalear, jugar al fútbol…

Después toca una ducha y a cenar a cualquiera de los muchos restaurantes y puestos del barrio. No esperes un gran lujo, pero sí muy buena onda; la misma que encontrarás en los bares y discotecas si decides alargar la noche. Aunque para noche especial, la última de cada año, cuando alrededor de dos millones de personas acuden a Copacabana en la mayor fiesta de Nochevieja de toda Latinoamérica.

Ipanema

Olha que coisa mais linda… Mais cheia de graça… Así comienza la canción Garota de Ipanema, escrita en 1962 por el gran Vinicius de Moraes; y aunque versa sobre la belleza de una chica brasileña, no es menor la de las arenas de la playa de Ipanema (arriba).

Con sus dos kilómetros de largo, es más pequeña que la de Copacabana, pero su diversidad no es acorde a su tamaño: los distintos puestos de vigilancia de los socorristas (postos, en portugués) ejercen de referencia para locales y turistas. En el posto 8, familias enteras gozan de la playa, mientras que en el 9 lucen cuerpo perfecto aquellos que llevan todo el año trabajando en él. La bandera arcoíris – emblema del movimiento gay-friendly – ondea entre los postos 8 y 9. Algo más al norte, justo en el punto que separa las playas de Copacabana e Ipanema (zona de Arpoador), los surfistas cabalgan las olas brasileñas.

Tras el día de playa, toca darse una ducha en alguna habitación de los hoteles o apartamentos de lujo de uno de los barrios más elitistas de Río de Janeiro. La noche de Ipanema se desarrolla en algunos de los mejores restaurantes, bares y discotecas, no solo de Río de Janeiro, sino de todo Brasil.

Dos barrios vecinos que encienden el corazón a cualquier ser vivo.

Imágenes | Catarina Belova