Una librería. Más de tres mil personas. Miles de libros. Y cientos de fotos. Ésta es la ecuación que se repite cada día en la Rúa das Carmelitas número 144 de Oporto: el resultado es una fama mundial grandilocuente, una cola considerable para poder acceder y el previo pago de tres euros. ¿Merecerá la pena acaso el citado estruendo mediático y social y el citado pago?
Centrémonos. Estamos hablando de la Librería Lello: esta librería portuguesa data de 1906 y está considerada como una de las librerías más bellas del mundo. Su increíble fachada art noveau inspira relativa confianza respecto a lo que encontrarás cuando atravieses sus puertas. Te fijarás seguro en esa escalera de caracol y, aunque parezca madera, no es el material predominante; en realidad, el yeso y el trampantojo mandan. Y, por supuesto, también centrarás tu atención en su suntuosa decoración, en la disposición de sus libros, en su luz tenue y en su cristalera colorida y dominante arriba. Te va empezando a gustar, ¿verdad? 😉
No sólo su estética, su arquitectura, su ornamentación y su contenido bibliográfico captarán tu mirada, también lo hará la inusual cantidad de personas deambulando por aquí. Foto va, foto viene. ¿Por qué tanto revuelo si estamos en una simple librería? ¿Habrá algún otro motivo más allá del que salta a simple vista? ¡Bingo! Los rumores apuntan a que fue aquí donde la mismísima J.K Rowling -que vivió en la ciudad portuguesa durante algún tiempo- se inspiró para crear las escaleras de Hogwarts que tanto juego dan en la filmografía de Harry Potter. Pues, por increíble que parezca esa mera y supuesta fuente de inspiración, nunca confirmada hasta la fecha, hace que cada día miles de personas decidan asomarse por Lello.
Respecto a la pregunta que lanzábamos al comienzo, la respuesta es un rotundo sí: pese a las colas, pese a la fama, pese a Harry Potter, pese a los rumores, a pesar de los flashes… Lello merece la pena si te gustan los sitios majestuosos y eres de los que apuesta por la cultura. A fin de cuentas, esta librería suma puntos cada día en el buen camino que comenzaba hace muchos años, que no es otro que contribuir de un modo o de otro en el enriquecimiento cultural de la sociedad. Primero, la de Oporto; después, la del resto del mundo.
Amén.
Foto | Jorge CG