Viajar es descubrir. Viajar es desconectar. Y viajar es aprender. Hablábamos de ello en el post Visitando China en profundidad. primera parte. Hoy retomamos aquel viaje y nos adentramos en una segunda parte, si cabe, aún más interesante.
Cuando viajamos, paseamos y recorremos ciudades de arriba a abajo y de abajo a arriba. Los puntos más turísticos y típicos suelen ocupar los primeros puestos de nuestras prioridades cuando conocemos un sitio nuevo. Leemos datos al respecto de estos lugares básicos más evidentes. Sin embargo, podríamos extender esos paseos a sitios menos frecuentados por el turista y esos datos a referencias que se alejen un poco del cliché del turista del montón para así sumergirnos en la vida real de cualquier rincón del planeta. Si nos manejamos sin límites en este sentido, nuestro contacto con la cultura, china en este caso, será mayor y por tanto así también lo será el aprendizaje con el que emprenderemos nuestro viaje de vuelta.
Recorrer las calles de ciudades como Beijing o Shanghái y adentrarnos en sus costumbres y en su día a día nos depara muchas sorpresas. ¿Queréis dejaros sorprender durante unas líneas? ¡Pues seguid leyendo y no perdáis detalle!
¿Sois rubios o castaños claro? ¿Tenéis los ojos verdes o azules? ¿Vuestro físico es tremendamente occidental? Y, sobre todo, ¿viajáis con niños con rasgos similares a los citados hasta ahora?
En caso afirmativo a alguna de estas cuestiones, ¡preparaos para los flashes! ¡Preparaos para que se os acerquen con una sonrisa de admiración profunda hacia vuestro físico! ¡Preparaos para que os pidan fotos de vosotros o con vosotros cada dos por tres! ¡O con los niños con los que viajéis! Así que, si os sentís observados, si cuchichean ante vuestro paso, si notáis que todo el mundo está pendiente de lo que hacéis, ¡tranquilos! Están planeando el modo en el que se os acercarán para expresaros lo guapos que sois y lo genial que sería para ellos inmortalizaros con una instantánea.
¿Sois supersticiosos? ¡Bienvenidos al club!
La cultura china es tremendamente supersticiosa. Imaginaros hasta que punto que no es raro subirse a un ascensor en el que falte el número 4. Suelen prescindir de él tanto en edificios de viviendas como en hoteles. Del 3 saltan al 5. Así que no, no penséis que es un fallo garrafal si en vuestro hotel no hay planta número 4. Todo lo tienen perfectamente calculado y estudiado. ¿Y sabéis por qué tienen esta creencia? Porque la palabra “muerte” y la palabra “cuatro” suenan de maneras muy similares tanto en chino mandarín como en chino cantonés.
¿Padecéis de alergias? Mucho cuidado entonces con el factor contaminación y con vuestra respiración.
Si soléis ser de esos a los que las alergias, estacionales sobre todo, les traen por la calle de la amargura, ojo al dato, sobre todo, si voláis a China en época primaveral. La tremenda contaminación ambiental existente en el gigante asiático puede daros más de un quebradero de cabeza. ¿La solución? Id bien cargados de antihistamínicos, pañuelos y meted alguna mascarilla en la maleta. Y, lo más importante, no os cortéis a la hora de echar mano de esa mascarilla cuando estéis al aire libre. Nadie os mirará mal por hacerlo. Ni seréis el primero ni seréis el último que lo haga.
¿Os gustan los masajes? ¿Os fiaríais de que una persona ciega os diera un masaje?
¡Deberíais! En China es una gran tradición que los ciegos den masajes. Se cree que su capacidad para masajear es mayor, dado que al no contar con el sentido de la vista tienen mucho más desarrollado el resto de sentidos, siendo el del tacto fundamental para los masajes, uno de ellos. Dice la cultura popular china que son capaces de percibir los puntos exactos en los que nuestro cuerpo necesita un masaje. Por tanto, si os ofrecen el servicio de un masaje por parte de una persona ciega no lo dudéis, puede ser toda una experiencia maravillosa y, ¡muy placentera!
Aunque os manejéis con soltura con el inglés, en China -especialmente en Beijing- esto no puede ser suficiente para haceros entender o para que vosotros entendáis a los demás. No todo el mundo habla inglés en China. Y muchos de los que sí lo hablan, lo hablan de un modo muy particular y con un acento un tanto ilegible para los occidentales. Sudores os puede costar haceros entender con un taxista para que os lleve a donde pretendéis o pedir en un restaurante. Si bien es cierto que pedir una cosa en un restaurante y que te traigan otra, puede ser una anécdota divertida, que el taxista no logre adivinar a qué hotel quieres ir, puede llegar a ser un problema. ¿La solución para este segundo caso? Pedid en vuestro hotel la dirección y el nombre de vuestro hotel en chino. Suelen tener tarjetas preparadas para los turistas con ese fin. Y dicha tarjeta puede ser vuestra salvación en momentos de fallidos entendimientos. Se la enseñáis al taxista en el momento de subiros al taxi, y voilà!, problema resuelto.
Imágenes: Gauthier DELECROIX – 郭天; Matthias Ripp | Mª José C. Lamas