Es muy probable que nunca hayas oído hablar de Trasmoz, un pequeño pueblo en la cima de una colina, con una población de solo 62 habitantes, en el escarpado Macizo del Moncayo, al sur de Aragón (a una hora en coche desde Zaragoza). Al igual que muchos pueblos y ciudades en toda España, tienen algo encantador, con sus calles adoquinadas típicas de la época medieval. ¿Pero por qué es el único pueblo español oficialmente maldito e incluso excomulgado por la Iglesia Católica? Aquí está su historia.
Durante la Edad Media, Trasmoz era una comunidad rica y próspera de unos 10.000 habitantes. Había minas de hierro y plata, comercio y derechos exclusivos sobre el agua y la madera. Por real decreto, los trasmoceros no tenían que pagar impuestos o tributos al cercano Monasterio de Veruela. Aparte de las minas, también forjaron felizmente monedas de plata en el enorme castillo del siglo XII, ahora parcialmente en ruinas y que todavía domina la ciudad.
La envidia y la superstición, así como una constante disputa con Veruela molesta por su falta de control, llevaron a rumores de brujería, magia negra y la adoración del diablo en el castillo. Finalmente, con el respaldo del Papa Julio II, el abad de Veruela excomulgó y lanzó una maldición sobre el pueblo que aún no se ha levantado y que sólo puede hacer el propio Papa. Más tarde, durante uno de los capítulos más oscuros de la historia española, la Inquisición, establecida en 1478, Trasmoz y sus presuntas brujas y hechiceros fueron víctimas de una cruel persecución, con muchos arrestados y algunos quemados en la hoguera. Esta situación se agravó en 1498, cuando los muchos judíos de la ciudad fueron incluidos entre toda la población judía que fue expulsada de España, y su población disminuyó estrepitosamente. En la actualidad, muchas casas están abandonadas, sus calles están prácticamente vacías, excepto durante el festival. No hay tiendas, ni escuela; y sólo un bar, que también vende miel y mermelada del único negocio de Trasmoz.
Un museo de dos salas en el castillo, comisariado por la bruja moderna Lola Ruíz Díaz, refleja toda esta historia trágica y horrible, incluyendo el triste destino de la última «bruja» de la historia, la «Tía Casca», arrojada por un pozo en 1860. Pero actualmente, Trasmoz celebra e incluso perpetúa su pasado brujo, y de hecho encontrarás muchas brujitas que decoran cada rincón del pueblo. Aunque hay un lado oscuro en la brujería, como el mal de ojo o los hechizos y cosas por el estilo, en la actualidad la práctica de la brujería tiene que ver prácticamente con la «magia blanca», que incluye pociones curativas y amorosas que producen hierbas y remedios naturales.
Cada 17 de julio, el pueblo renace con la celebración del Feria Anual de Brujería, Magia y Plantas Medicinales que junta a gente de todas partes de España e incluso del extranjero, y que este año celebra su 18º edición.
Durante estos días, las calles están llenas de puestos donde se venden todo tipo de lociones y pociones mágicas. Las escenas de la Inquisición son recreadas en obras de teatro por actores en trajes de época. Las famosas especialidades de Aragón, como el jamón, la miel, la morcilla y los guisantes de judías verdes se sirven en porciones generosas y todo acompañado con los excelentes vinos aragoneses.
Por supuesto, dados los miles de personas que acuden a este festival, reservar con tiempo es crucial, y las opciones más cercanas están en la vecina ciudad de Tarazona, a 15 o 20 minutos de distancia; de lo contrario, tendrás que buscar alojamiento en Zaragoza.
Pero más allá de toda la brujería, el pueblo y sus alrededores son una delicia para descubrir. Además de los monumentos del pueblo, como la iglesia gótica de Santa María de la Huerta, del siglo XVI, está el Castillo de Trasmoz, originalmente abandonado en 1530, y reconstruido en los últimos años por una fundación. Los patios, muros y otras áreas están abiertos durante todo el año, al igual que la torre con su Museo de la Brujería, visitables solo con cita previa y que se puede organizar en la oficina de turismo de Tarazona. Conserva muebles de época y exposiciones de arte y historia, así como instrumental de brujería tipo cruces negras, calderos, escobas y animales secos o en escabeche. Lola tiene fascinantes explicaciones por contar.
Justo al final de la calle, en el Monasterio de Veruela, también puedes echar un vistazo a la iglesia, el claustro, las murallas defensivas y el jardín aunque algo desnudo con árboles bastante pequeños. Como anécdota comentar que el novelista del siglo XIX Gustavo Adolfo Bécquer pasó un mes viviendo en una de las celdas de los monjes; de hecho, es a Bécquer a quien tenemos que agradecer por mantener viva la leyenda de la brujería de Trasmoz y por ello hay una estatua de él en el jardín.
Muy cerca, Tarazona es también un regalo para los amantes de la historia gracias a su catedral y otras iglesias, así como su palacio episcopal, el maravilloso ayuntamiento gótico y el barrio judío medieval, que incluye los balcones colgantes mejor conservados de España. A los amantes de las compras también les encantará curiosear en sus grandes tiendas de cerámica, y si puedes ir el 27 de agosto, es cuando se celebra su principal festival medieval, el Cipotegato. Mientras tanto, los amantes de la naturaleza pueden disfrutar del senderismo y el ciclismo en la Reserva Natural del Moncayo.
Sin duda, hay unos cuantos pueblos españoles que celebran sus pasados ocultos, desde las brujas de Zagarramurdi en Navarra hasta los pueblos fantasmas de Burgos y Tarragona. Pero ninguno ha vinculado su fortuna a los hechizos místicos del pasado como este. En resumen, ¡Trasmoz te hechizará!
Fotos: anzanosgarcia, Rubén, Inka Piegsa-Quischotte | Inka Piegsa-Quischotte