Cuando se trata de viajar a Ecuador, la mayor parte de la atención se dirige hacia las Galápagos, Quito y quizás para algunos también la pintoresca Cuenca de los Andes. Pero la ciudad más importante y capital para los negocios del país, Guayaquil, situada en la costa del Pacífico, es a pesar de sus comodidades una de las ciudades que aún se consideran más bien grises y carentes de interés para los turistas, y es principalmente un destino de negocios. No obstante, hay un barrio histórico, escondido al final del malecón reconstruido de Guayaquil, y que ahora se conoce como el Malecón 2000, que merece la pena visitar al menos una tarde y/o noche.
Situado en lo alto de una colina sobre el océano Pacífico, se encuentra el pintoresco Barrio Las Peñas que fue fundado a mediados del siglo XVI, aunque la colorida arquitectura que vemos hoy es del siglo XIX ya que se reconstruyó tras varios incendios. Con un acceso fácil a pesar de estar en lo más alto del cerro, Las Peñas fue una vez el hogar de numerosos miembros de la alta sociedad ecuatoriana, incluyendo once presidentes ecuatorianos, junto visitantes ilustres como Ernest Hemingway, Pablo Neruda o el Che Guevara.
Hoy, Guayaquil realmente ofrece una arquitectura con casas en colores pastel muy bien conservadas, gracias a un proyecto de restauración del ayuntamiento y calles empedradas estrechas (arriba) que van serpenteando arriba, abajo y cruzando la ladera. Curvas inesperadas y sorprendentes zigzags, y un ambiente relajado y bohemio hacen de esta zona un bonito paseo, mientras te pierdes entre sus tiendas y galerías de arte, degustando sus mariscos frescos y golosinas locales en sus cafés y restaurantes.
Sin embargo, para mí, la guinda del pastel y que es el corazón de Las Peñas, es el Cerro de Santa Ana, una colina de 60 metros coronada por el mirador más impresionante de Guayaquil, con vistas panorámicas a toda la ciudad y al océano. ¡Ah! y las puestas de sol desde aquí son memorables. También encontrarás una pequeña pero muy bonita capilla de Nuestra Señora de la Merced junto a un emblemático faro, que termina con un curioso remolino de rayas de estilo barbero, de color blanco y azul pastel al que también puedes subir. Y, por supuesto, me senté en el banco y me tomé una selfie con la estatua de Juan Pueblo, la mascota de la ciudad, basada en un personaje de dibujos animados de principios del siglo XX.
Para llegar aquí, tienes que subir 444 escalones (¡están numerados!). A lo largo de la escalinata puedes tomarte un respiro ocasional visitando las tiendas y las galerías que hay durante el recorrido, así como en el Museo El Fortín, construido alrededor de los restos del fuerte colonial original que alguna vez defendió a la ciudad contra los piratas, con el faro asomando justo encima.
Y si puedes, quédate tras la puesta de sol, ya que el barrio se ilumina con bonitas luces de hadas colgadas, y se llenan de gente local y turistas con ganas de disfrutar una noche inolvidable. ¡De día o de noche, Las Peñas es un verdadero encanto!
Más información: www.GuayaquilEsMiDestino.com
Imágenes: Noradoa | Lauren Cocking