Oslo, la capital de Noruega, es uno de los nuevos destinos a los que Iberia volará en 2019. Quizá conocida por ser la sede donde cada 10 de diciembre se entrega el Premio Nobel de la Paz, esta elegante y atractiva ciudad ha sido designada como una de las más ‘habitables’ del mundo gracias a un sugerente menú compuesto por lugares históricos, culturales y de ocio. ¿Qué debemos esperar como visitantes? Una experiencia deliciosamente sorprendente que se aleja de las multitudes que esperan en otras capitales europeas.
Ubicada en el extremo de un hermoso fiordo frente al mar Báltico en el sur del país, Oslo es una de las capitales más amplias del mundo por su vasta extensión, aunque la mayor parte está compuesta por tierra forestal; incluso en las áreas más urbanas no existe esa sensación urbanita que ha invadido muchos otros rincones del planeta.
El casco antiguo, conocido como Sentrum, se puede recorrer fácilmente caminando y buena parte de su arquitectura se remonta al siglo XIX; aunque, todo sea dicho, hay ejemplos de edificaciones más antiguas y también de arquitectura contemporánea, como ocurre en la elegante Ópera frente al mar. Hay numerosos puntos de interés que donde detenerse se vuelve una obligación más que una opción: podríamos comenzar nuestra visita en el Palacio Real, al final de la principal avenida de la ciudad, Karl Johans Gate, así como en el icónico Rådhuset (ayuntamiento) con dos imponentes torres de ladrillo, sede de la ceremonia del Nobel y con un gran salón ataviado con grandes murales. También merecen una mención especial su modesta Catedral del Salvador y el Stortinget, el parlamento nacional, que organiza visitas guiadas en inglés.
Para mí, personalmente, el edificio más interesante de Oslo es la Fortaleza Akershus, construida en 1299, pues consigue recrear una vibrante atmósfera medieval a través de sus estrechos pasillos, escaleras y salones heráldicos; en su interior alberga también un museo militar. Y, si atendemos a este apartado, me resultó especialmente fascinante el Museo de la Resistencia Noruega, que narra la historia del país durante la Segunda Guerra Mundial.
No hay escasez de museos en Oslo, no. La joya de la corona la representa la Galería Nacional, un clásico especializado en obras maestras noruegas e internacionales desde el siglo XIX hasta la década de 1950: entre los artistas más destacados encontramos a Cézanne y Manet, pero es necesario resaltar debidamente las obras del artista noruego más conocido, Edvard Munch, incluyendo su mundialmente famoso El Grito. Igualmente, es necesario nombrar el Museo de Arte Contemporáneo, inaugurado en 2012, y el Museo Nacional de las Artes, actualmente en ejecución y que abrirá sus puertas junto al paseo marítimo en 2020.
Más allá de todos ellos, hay otros museos con significado para Oslo y para Noruega, empezando por el Centro Nobel de la Paz frente al Rådhuset, que ofrece una mirada retrospectiva a la historia del premio y a las historias de todos los ganadores. Y, atento, también el Museo Kon-Tiki, que expone diversas embarcaciones y objetos culturales recolectados por Thor Heyerdahl, uno de los mayores exploradores de la historia y que navegó junto a su tripulación a mediados del siglo XX por el Pacífico.
Pero aún hay más, un par de lugares de bien merecen un viaje en autobús o ferry desde el centro de la ciudad: hablamos del Museo de barcos vikingos, ubicado en la elegante Península de Bygdøy y que alberga tres barcos de madera de los siglos VIII y IX; también nos referimos al Museo Folklórico Noruego, uno de esos centros al aire libre que combinan arquitectura y etnografía y que tanto gustan en el norte de Europa, con numerosas construcciones de madera. Seguro que no te dejará indiferente.
Si a todo esto le sumas una interesante variedad de opciones gastronómicas y una vida nocturna cada vez más vibrante, empezarás a comprender que la capital noruega va mucho más allá de Munch. Nuestra nueva ruta comienza el próximo 15 de junio. ¡Nos vemos en Oslo!