Os voy a contar una historia sobre Hokkaido, una isla viva y con gracia al norte de Japón. Quizá el nombre haga sonar una campanita en vuestras cabezas, y es que ya os hablamos un poco de ella, pero en aquella ocasión para que la disfrutarais en invierno con motivo del festival de la nieve. Sin embargo, es en verano cuando su naturaleza inexplorada te deja sin palabras, por eso insistimos, y porque vale la pena.
Naturaleza en Hokkaido
Os voy a confesar que Kushiro, uno de los pueblos más bonitos de Hokkaido, y los alrededores que le acompañan, me inspiran. A pesar de ser una región de tamaño considerable (cuenta con casi 200 mil habitantes, siendo la principal ciudad del este de Hokkaido), al encontrarse con frecuencia cubierta de niebla acaba destilando una atmósfera bruja que os gustará para siempre.
A nivel de actividades, Kushiro es la oportunidad para tener un encuentro cercano con la pesca, para participar en una experiencia vivencial inolvidable. Una vez en tierra firma, la historia continúa; tenéis una parada obligada en el fotogénico Mercado Washo, un montaje imponente situado de cara a la estación de Kushiro. Allí veréis de todo, también grandes rarezas, como los agujones, el “shishamo”, ejemplares de cangrejos chinos y, como no, algas a espuertas.
Kushiro es la puerta que se abre al universo del Parque Nacional Akan. En él podrás fotografiar el lago Mashu, con fama de ser el más transparente del mundo. Es un lugar tan mágico (en parte por esa fina bruma que siempre lo cubre) y, por ende, tan protegido, que no está permitido bajar hasta él, pero sí se puede contemplar desde los tres observatorios que lo rodean. Os recomiendo el número 3, el que suele estar menos frecuentado, que os permitirá gozar de la visión de un asombroso mar de nubes. Otra opción que combina lagos y experiencias entretenidas es la de reservar un crucero por el lago Akan; la embarcación os acercará a la mayoría de puntos de interés, brindándoos una inmersión total en el lago del mismo nombre. ¿A qué apetece?
¿Qué más hacer en Hokkaido? Si el cuerpo os pide ciudad, Hakodate –la tercera urbe en relevancia de la segunda isla más grande de Japón- es lo que buscáis. A tres horas en tren bala desde Tokio, una de las cosas que más me fascinaron de esta ciudad de ambiente sosegado fue el Yunokawa Onsen, la fuente termal más antigua de Hokkaido y una de las tres mejores zonas de aguas termales de la conocida anteriormente como Ezo. Hakodate supone una parada fascinante, relajante y diferente en Japón. Para comodidad de todos, cuenta con fantásticos y variados “ryokan” (alojamientos tradicionales japoneses), así que la combinación es de lo más afortunada para un viaje por el país asiático.
Pero si de turismo y aventura en Hokkaido va la cosa, entonces me tengo que despedir de la isla haciendo alusión a la Península de Shiretoko. Este trozo del pastel natural de Japón forma parte del Patrimonio de la Humanidad y, a pesar de que en la península de Shiretoko el verano dura poco, este es bien generoso.
En Shiretoko la fauna es sorprendente, ¡muy sorprendente! Mi asombro fue mayúsculo al saber que sus bosques albergan una de las poblaciones con mayor densidad de osos pardos del mundo, que además está activa en verano. Aunque no son los únicos habitantes de la zona: también podréis tropezaros con familias de venados o de zorros rojos, pues todos ellos coexisten en el Parque Nacional Shiretoko. Si os he convencido, haced de la ciudad balneario de Utoro vuestra base de operaciones para explorar todos los lugares salvajes que la zona atesora, véase las cascadas de agua caliente de Kamuiwakka – cuentan con un recomendable “onsen” al aire libre-, o los cinco lagos de Shiretoko, un área perfecta para la práctica del senderismo entre paisajes recónditos que os encantarán.
Fotos: Benny Ang; Mike; Julie Edgley | Marita Acosta