Un oasis al norte de Oporto llamado Matosinhos

10/09/2019

Es difícil que algo así ocurra, pero, si en algún momento llegas a pensar que ya has visto todo lo que debe conocerse en Oporto, te vendrá bien ampliar un poco las miras y lanzarte más allá de sus límites geográficos. Tan sólo ocho kilómetros, para ser exactos. Ésa es la distancia que existe entre la capital del norte de Portugal y Matosinhos, una pequeña ciudad que ha sabido aferrarse al empaque del turismo sin perder un ápice de sus raíces: amplísimas playas, gastronomía de primer nivel y unas sensaciones de ésas que hacen hueco en tu memoria son sólo parte de lo que ofrece este pintoresco lugar. ¿Preparado? ¿Preparada? ¡Despegamos!

Lo primero que debemos saber es cómo llegar a Matosinhos, algo que resulta realmente sencillo: basta con tomar el autobús urbano número 500 (inicia su recorrido en la Praça da Liberdade y pasa, entre otros lugares, por la Estación São Bento y el Museo del vino) o alguno de los autobuses turísticos que recorren la ciudad, en un trayecto inferior a una hora de duración. También es posible en Metro, en cualquiera de las cinco últimas estaciones de la línea A, de color azul; la más recomendable es la que lleva por nombre Matosinhos Sul. Y esto lo decimos porque es la parada más cercana a la Praia de Matosinhos, la más famosa.

Esta zona es conocida por albergar un amplísimo litoral de aguas atlánticas y transparentes en las que disfrutar de un agradable chapuzón cuando las temperaturas aprietan en época estival. Si tuviéramos que elegir una característica para definir el entorno, ‘tranquilidad’ sería la palabra; fuera aglomeraciones. Es un lugar ideal para dar un largo paseo por la orilla (si lo prefieres, igualmente por el Passeio Atlantico que circunvala el litoral, un paseo marítimo ideal), tomar el sol o descansar; también para surcar buenas olas si eres un experto en surf o tomar clases de iniciación si nunca llegaste a practicar este deporte. Hay además pistas de vóley-playa, cambiadores y diversos chiringuitos en los que disfrutar de un refrigerio con la brisa como protagonista.

El Castelo do Queijo (arriba, con un museo que narra las batallas contra los españoles que desembocaron en la independencia del país, allá por el siglo XVII) y la imponente escultura de nombre She changes, con forma de red gigante en homenaje a los pescadores locales y diseñada por la artista Janet Echelman, son puntos destacados a nivel cultural. También es célebre el monumento Senhor do Padrão, erigido donde, según cuenta la leyenda, se apareció la imagen de Bom Jesus de Matosinhos; ha sido un emblema para la comunidad local desde el siglo XVIII, hasta el punto de que cada 1 de noviembre se rodea con velas encendidas en memoria de los pescadores fallecidos en el mar.

Dentro de los eventos culturales, hay uno que brilla cada año con luz propia: Galp Beach Party es un festival de música electrónica que consta de dos días, se celebra siempre a finales de junio y reúne a artistas de primer nivel; en los últimos años han pasado por allí músicos del renombre de Martin Garrix, Hardwell, Steve Aoki o Afrojack, entre muchos otros. Tiene lugar en la Praia do Aterro Norte, que se transforma en una enorme pista de baile.

Pero si hay algo por lo destaca Matosinhos es por la calidad de sus pescados y mariscos, con una frescura difícil de igualar. La Rua Hérois de França, paralela a la playa, está llena de restaurantes tradicionales que sacan sus parrillas a la calle y allí mismo asan el pescado, llenando el ambiente de un aroma tan sugerente como inconfundible; sardinas asadas (arriba), pulpo, almejas, arroz marinero y un sinfín de platos típicos que querrás volver a probar. Seguro. Es el lugar ideal para saborear una buena mariscada. Los aficionados a la gastronomía también encontrarán interesante una visita al mercado municipal de abastos, donde podrán contemplar la grandeza del género fresco, recién pescado, y todo lo que se mueve alrededor de la compra-venta.

Imágenes | BelikartArtur Bogackivisualspace