Me quiere… no me quiere… me quiere… no me quiere… Existen palabras que, independientemente de que gusten o no, parece que han llegado para quedarse.
Tal es el caso de “cuqui”, término omnipresente en redes sociales y más allá. A pesar de que no lo encontrarás en el Diccionario con mayúsculas, el que «limpia, fija y da esplendor», vamos a usarlo porque nos encaja como anillo al dedo para hablarte de Alemania. ¿Por qué -te cuestionarás- nos ha dado por abordar cuestiones lingüísticas en un blog de viajes? ¡Hamburgo lo sabe! El detonante es que allí existe un barrio cuya idiosincrasia ejemplifica aquel término a la perfección. ¿Cuál será?
En anteriores entradas hemos compartido contigo diversos planes típicamente hamburgueses, como la excursión a Blankenese, o la visita a barrios de Hamburgo de nombre Sankt Pauli o HafenCity. Los lugares de interés de la ciudad alemana son inagotables, por lo que en la tómbola de otros distritos famosos le toca el turno a… (redoble de tambores) … ¡Karolinenviertel! Viajeros lectores, tal es el nombre del barrio más “cuqui” de la culta Hamburgo. ¿Dónde estará?
La zona que nos ocupa goza de una estupenda ubicación que, a pesar de su prominencia, no le ha hecho perder el carácter de pueblecito con magia y rollo. Con sus pintorescas calles estrechas, en las que abundan las tiendas de tendencias, los cafés bonitos y los bares interesantes, Karolinenviertel no puede negar lo mucho que se asemeja a su vecino, el barrio Schanzenviertel. En este último, hoy rebautizado como Sternschanze (o también Schanze), se esconde un rincón creativo de lo más curioso: Rote Flora. Este centro cultural y de las subculturas, un superviviente de Hamburgo, ocupa el antiguo teatro del barrio.
¡Hay tanto por ver en Karoviertel! Explora a pie el barrio hasta sus límites, improvisa, y contágiate de los momentos y experiencias estimulantes que aporta. Al sur, por ejemplo, el barrio hace frontera con: el Hamburg Dom, el famoso parque de atracciones que cobra vida tres veces al año; el emblemático estadio de fútbol St. Pauli (el Millerntor-Stadion); o el inmenso además de bello parque Planten un Blomen que, con su vegetación cuidadosamente salvaje, motiva a residentes y visitantes a disfrutar de un largo paseo.
A diferencia del adjetivo «cuqui», el término “mola” sí cuenta con un hueco propio en la RAE. Haremos uso de esta palabra para contar que en toda ruta por Karoviertel (su nomenclatura abreviada), mola combinar moda, compras y cafés, elementos forzosamente impregnados por ese ambiente moderno tan propio de la zona. Si te gusta la ropa diferente, disfrutarás recorriendo las tiendas de segunda mano y los comercios de diseñadores en Marktstrasse, el epicentro oficioso de Karolinenviertel. Lo que es más, entre las tiendas para todos los gustos y bolsillos, no faltan los bares canallas frecuentados por gente alternativa, o los estudios de tatuajes, toda una movida joven muy, muy atrayente. Volviendo a las compras, en el barrio se celebra un mercadillo, ¡no te lo pierdas!
Pero no solo de ropa viven hombre y mujer. La música, que juega un rol determinante para muchos viajeros inquietos, se deja comprar en Karoviertel, para deleite de aquellos que disfrutan perdiendo la noción del tiempo en locales abarrotados de discos. Pura nostalgia.
En definitiva, todos estos ingredientes convierten a Karoviertel en un peso pesado dentro de la escena de una ciudad creativa como Hamburgo. Antes de despedirnos, brindemos por una urbe que deja con ganas de volver con más tiempo, donde las cosas para ver se amontonan. Esta ciudad del norte de Alemania bien merece un gran viaje, tan interesante, tan completa, tan chic y alternativa. Cuando vayas, no olvides incluir en tus planes el colorido multicultural barrio Karoviertel, y no solo porque esté de moda.
Fotos: Christian Scheja; Klaus Wessel; d26b73; Photocapy |Marita Acosta