Escapar de las grandes ciudades para dejarse abrazar por la madre naturaleza debería de ser obligatorio al menos una vez al trimestre, incluso una vez al mes para según qué casos; más aún en momentos como el actual, cuando zambullirse entre montañas, bosques y verdes prados se convierte en una elección con trasfondo terapéutico para cuerpo y alma.
Cantabria tiene el privilegio de contar con una de las mayores extensiones naturales de España, un refugio ideal para respirar aire puro y desconectar de la rutina, alejado de tumultos y multitudes. En el costado oeste de la región se alza orgulloso el Parque Nacional de los Picos de Europa, el primer espacio protegido del país (desde 1918) y declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. Hoy recorreremos sus rincones más emblemáticos, una escapada que destaca por su belleza paisajística y por la diversidad de actividades al aire libre que ofrece. Sí, un destino natural de primer nivel.
Desfiladero de la Hermida
Nuestra ruta comenzará en el célebre Desfiladero de la Hermida, una serie de gargantas del macizo de Ándara que discurren paralelas al río Deva en su camino al mar Cantábrico y que se extienden a lo largo de 21 kilómetros, convirtiéndose así en el desfiladero más largo de la Península Ibérica; más de seis mil hectáreas, además, catalogadas como Zona de Especial Protección para las Aves por la riqueza de fauna y flora que alberga. También da nombre al conjunto de aguas termales que brotan desde tres manantiales a 60º y confluyen en el Balneario de La Hermida.
El Desfiladero de la Hermida es un paraje ideal para disfrutar de actividades al aire libre, un paraíso para los amantes de los deportes de montaña por su abrupta orografía: aquí podrás realizar diversas rutas de barranquismo (es muy conocido el descenso del barranco del Navedo, de 650 metros y un desnivel de 130 metros), la vía ferrata de La Hermida (de nivel medio, K-3 en la escala Husler) y, por supuesto, numerosas rutas de senderismo de distinta dificultad a lo largo de los siete municipios que lindan con la quebrada, como Unquera, Peñarrubia o Tresviso. Cualquiera de estas opciones será válida, más que válida, para sentirte parte de la naturaleza virgen y deleitarte con las majestuosas panorámicas que encontrarás a tu paso o que ofrecen miradores como el de Santa Catalina. Sencillamente espectacular.
Potes
A menos de veinte minutos llegamos a Potes, localidad que no solo se erige como capital de la comarca de Liébana, también como la histórica puerta de entrada al sector cántabro de los Picos de Europa: motivos de peso por los que no pocos visitantes la convierten en su base de operaciones. Hablamos de uno de los enclaves más bellos del norte de España, gracias al privilegiado entorno natural que crean las imponentes montañas en derredor y la confluencia de los ríos Deva y Quiviesa; villa medieval que sabe agasajarnos con un precioso casco histórico en el que sobresalen construcciones como la Torre del Infantado, espectacular fortificación de piedra que data del siglo XIV y desde la que disfrutarás de grandes vistas, o el Puente de San Cayetano, que atraviesa el río Quiviesa desde el siglo XV. Pasear por sus estrechas calles empedradas, alejado de aglomeraciones, será una de esas experiencias que guardarás para siempre en tu corazón.
¿Una recomendación adicional? Cerca del desfiladero se encuentra la pequeña aldea de Bejes, conocida por sus antiguas casas de piedra construidas en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa y que, además de por sus vistas, es famosa por el queso azul Picón Bejes-Tresviso, con denominación de origen protegida; hay incluso un museo dedicado al producto y es posible visitar alguna quesería para conocer de primera mano el proceso de elaboración.
Santo Toribio de Liébana
También desde Potes, aunque desplazándonos en esta ocasión al oeste de la comarca lebaniega, podemos conocer otros dos enclaves de bellísima factura en los Picos de Europa: de un lado, el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, famoso por ser allí donde finaliza la peregrinación del Camino Lebaniego, uno de los cuatro lugares santos del cristianismo junto con Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela. El edificio, que comenzó a construirse en el año 1256, alberga la reliquia del Lingum Crucis (el mayor trozo conservado de la Cruz de Cristo), y su ubicación a los pies de la montaña de la Viorna hará que te sientas en simbiosis con la naturaleza; de otro, Mogroviejo, una pequeña aldea en la que se ejemplifica a la perfección la arquitectura cántabra tradicional de la zona, las casas populares lebaniegas de varas unidas por manteado de barro que constan de un piso alto y que parecen transportarte a otra época. Esto, unido a otros edificios singulares como su torre del siglo XIII y al envidiable entorno natural en el que se localiza, le ha valido para aparecer en más de una lista de ‘pueblos más bonitos de España’.
Fuente Dé
La última parada de nuestra ruta será Fuente Dé, probablemente el rincón más emblemático de la zona gracias al teleférico que inicia su viaje a 1.823 metros de altitud y salva un desnivel de 753 metros en tan solo cuatro minutos, una de las principales atracciones turísticas de la región; inaugurado en el año 1966, cuenta con cabinas con capacidad de hasta veinte personas, con dos de ellas subiendo y bajando de manera simultánea. Está considerado el teleférico más largo de Europa. No se equivocaban aquellos que bautizaron este punto como el auténtico balcón a los Picos de Europa en Cantabria, pues las increíbles panorámicas que circundan el mirador de Fuente Dé muestran la belleza paisajística de este enclave montañoso en toda su plenitud; una de esas imágenes que guardarás para siempre en tu corazón.
Puertos de Áliva
Las dos estaciones entre las que se mueve el teleférico, la de Fuente Dé y la de El Cable, ejercen también de punto de partida para no pocos itinerarios de montañismo y senderismo. Las hay para todos los niveles y para todos los públicos, pero quizá la más conocida sea la que recorre los Puertos de Áliva, de casi quince kilómetros de longitud, circular y muy buen señalizada, idónea incluso si viajas en familia: conocerás la parte central de los Picos de Europa y podrás disfrutar de hermosos paisajes de alta montaña, frondosos bosques y, claro está, de grandes praderas que se pierden en el horizonte, los Puertos de Áliva. Como curiosidad, en la cota superior del teleférico se encuentra el Hotel Áliva, un alojamiento familiar desde donde realizar excursiones de montaña y disfrutar de impresionantes noches estrelladas.