Con casi 7.500 kilómetros de costa en el Océano Atlántico, es obvio que Brasil no anda escaso de buenas playas. Puede que algunas de Río de Janeiro, como Copacabana o Ipanema, sean las famosas del mundo, pero los mejores arenales del país se encuentran un poco más al norte, en la región del Nordeste; por tanto, no está de más valorar la opción de combinar una parada en Río o Sao, y desde allí un vuelo en conexión hasta este destino de ensueño para saborear una auténtica experiencia tropical. Este especial recorrido por las siete mejores playas del nordeste brasileño lo haremos de sur a norte. ¿Preparado para disfrutar?
Arraial D’Ajuda, en el estado de Bahía
Era casi obligado comenzar en el estado cuya increíble capital, Salvador, se erige como una de las ciudades más antiguas de América, fundada en 1549. A una hora de vuelo al sur de Salvador, la ciudad costera de Porto Seguro cuenta con noventa kilómetros de arenas relucientes y pequeñas poblaciones costeras: una de las más atractivas es Arraial D’Ajuda, encantador municipio que atrae por igual a visitantes adinerados como a público mochilero: cuenta con un casco antiguo de estilo colonial digno de postal, pero también con media docena de hermosas playas de aguas tranquilas y cálidas, chiringuitos sobre la arena y opciones de deportes acuáticos. Por la noche ofrece al visitante una animada variedad de bares y restaurantes. Suena bien, ¿verdad?
Praia do Francês, en el estado de Alagoas
Al norte de Bahía, el segundo estado más pequeño de Brasil tiene como capital la pequeña y sosegada ciudad de Maceió (con conexión aérea desde Rio) y alberga algunas de las mejores playas del país. En la zona más meridional, el pueblo de Marechal Deodoro (a solo media hora de Maceió) cuenta con su propio casco antiguo colonial del siglo XVII y su mítica Playa del Francés, llamada así por los piratas galos que solían llegar a estas costas. Hablamos de un espacio sumamente atractivo, ideal para los amantes de playas tranquilas y deportes acuáticos como kayak, buceo o esnórquel. Además, tiene opciones para todos los gustos: en su parte izquierda encontrarás aguas calmas, poco profundas y protegidas por arrecifes y piscinas naturales, ideal para ir en familia; en la derecha, un oleaje con mucho más brío que atrae cada día a decenas de surfistas.
Praia do Gunga, en el estado de Alagoas
Un poco más abajo de Marechal Deodoro, esta tranquila playa de arena blanca está considerada una de las más hermosas de Brasil: es la viva imagen del estereotipo tropical con aguas turquesas, un bosque de cocoteros alrededor y temperatura ideal para practicar deportes de aventura. Una de las actividades más solicitadas es el vuelo en ultraligero y, si lo deseas, también podrás realizar un recorrido en quad por los acantilados cercanos, de tamaño medio y fáciles de escalar.
Porto de Galinhas, en el estado de Pernambuco
Siguiendo nuestro recorrido hacia el norte por la costa, Pernambuco es especialmente conocido por su sertão, su dinámica capital Recife y su cercana joya colonial Olinda, cuyo centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Al sur de Recife encontramos Porto de Galinhas, una atractiva ciudad turística ubicada en medio de una exuberante vegetación y con hermosas playas de aguas brillantes que siempre figuran entre los mejores arenales de Brasil por su arena suave y su escaso oleaje; verdaderas piscinas naturales. Más allá de las playas, destacan sus diversas rutas de senderismo por los alrededores y su importante oferta gastronómica y de ocio nocturno.
Areia Vermelha, en el estado de Paraíba
Este estado es conocido por una gran tradición artesana y su herencia colonial portuguesa, con una capital llamada João Pessoa también Patrimonio de la Humanidad al ser la tercera ciudad más antigua del país y una de las que mayor proporción de zonas verdes alberga en todo el mundo. João Pessoa cuenta con una bonita playa urbana, Praia Bressa, pero existen numerosos arenales en las cercanas costas tropicales. Una de las más destacadas y originales se ubica junto a la ciudad de Cabadelo: Areia Vermelha (‘arena roja’) es un banco de arena en plena bahía, de color rojo oscuro, que emerge solo cuando baja la marea; es el momento en el que los turistas toman el ferry desde Praia do Poço para tomar el sol y chapotear en este singular regalo de la naturaleza. Sin duda, una experiencia playera diferente.
Praia de Pipa, en el estado de Río Grande do Norte
En el extremo noreste de América del Sur, este estado depende en gran medida del turismo, aspecto en el que influyen sus 410 kilómetros de costas repletas de cocoteros, lagunas e increíbles playas vírgenes. Una de las más conocidas es Praia de Pipa, famosa por sus aguas cristalinas y por estar aislada de grandes núcleos de población; es una elección perfecta tanto si vas en familia como si eres amante del surf.
Jijoca de Jericoacoara, en el estado de Ceará
Su significado literal es ‘guarida de las tortugas marinas’ en el idioma del pueblo precolombino tupi, con un nombre un poco enrevesado que muchos acortan para decir simplemente Jeri. Si estás buscando paz y tranquilidad, merece la pena tomar un vuelo interno a la vibrante capital del estado de Ceará, Fortaleza, y luego viajar hasta este pequeño pueblo de pescadores donde las calles aún son de tierra y no hay farolas por las calles; no es casualidad que desde hace años se haya convertido en uno de los destinos de moda por su ambiente hippie y por su presencia de windsurfistas y kitesurfistas gracias a las imponentes brisas locales. Esta hermosa playa está protegida dentro de un parque nacional y se llega caminando entre las dunas de arena, aunque también se hacen recorridos en 4×4. No menos llamativo es el símbolo local Pedra Furada (arriba), un arco de roca especialmente atractivo en julio y agosto, cuando puedes disfrutar de la puesta de sol a través del hueco interior.
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