Cualquier gran capital que se precie cuenta en su haber con diversas zonas a la vanguardia, de esas que han sabido guardar durante décadas los mejores secretos de la ciudad. Y, claro está, Santiago de Chile no iba a ser menos. Ya abordamos en su día las bondades de Bellavista y de Italia, dos de sus distritos más llamativos, así que hoy nos toca recorrer el barrio Lastarria, concebido por muchos como el más cool de la capital chilena. Motivos no le faltan: una oferta cultural más que palpable, una amplísima variedad de cafés y restaurantes y un legado arquitectónico capaz de alegrar el alma, siempre aderezado con el halo bohemio que grandes artistas han dejado con el paso de los años. Sí, Lastarria es vida.
No solo el barrio debe su nombre a José Victorino Lastarria, escritor y político de mediados del siglo XIX y uno de los padres fundadores de la Universidad de Chile, también la arteria que articula el distrito y que da luz a decenas de calles transversales en las que surge la magia. Su singularidad radica en la armoniosa connivencia de clásicos rincones y zonas modernas que, juntas, componen una imponente fotografía de lo que han sido los últimos dos siglos de Santiago de Chile. Clarísimo ejemplo de reinvención.
Cultura para todos
Aquí han vivido escritores, músicos, pintores, arquitectos y parte de los emblemas culturales de la nación, suficiente para que la zona desprenda ese inconfundible aroma intelectual; un envidiable legado que se ha ido completando con teatros alternativos, centros de exposiciones, calles peatonales que incluyen ferias de antigüedades (no te pierdas la de la plaza Mulato Gil de Castro, que tiene lugar de jueves a domingo)… y algunos de los mejores museos de la ciudad: en Lastarria tendremos la suerte de visitar el Museo Nacional de Bellas Artes, el más antiguo de Latinoamérica y con grandes colecciones de artistas chilenos y europeos; el Museo de Arte Contemporáneo, con alrededor de 3.000 piezas que datan desde finales del siglo XIX; o el Museo de Artes Visuales, que alberga una colección de 1.500 obras de artistas chilenos.
Pero, sin duda, la joya de la corona la representa el Centro Gabriela Mistral (arriba), antaño sede del gobierno militar de Pinochet, reformado tras un brutal incendio e inaugurado (y renombrado) en 2010 con la firme intención de erigirse como referente cultural de los santiaguinos. Famoso por sus llamativos colores del exterior, es el ejemplo perfecto de cómo un edificio se relaciona con el entorno urbano. Está compuesto por dos grandes edificios y cuenta con diez salas en las que se celebran espectáculos de danza, pases de teatro, conciertos y una nada desdeñable agenda de encuentros culturales. Visita obligada donde las haya.
Arquitectura a pie de calle
El arte en Lastarria no se encuentra solo en espacios cubiertos, y es que su fisonomía repleta de casonas y edificios señoriales convierte un simple paseo en un auténtico placer para los sentidos. La recuperación de antiguas construcciones han dado al barrio una nueva luz en los últimos años, renovando y dando nuevos usos a edificios que forman parte del imaginario colectivo en la capital chilena.
¿Algunos ejemplos? La Iglesia de la Veracruz (arriba), de imponente estilo neoclásico, con una fachada rojiblanca y que data de mediados del siglo XIX; el Observatorio Lastarria, antigua casona con una bellísima balconada que hoy día funciona como centro cultural; la Casa Taller Luciano Kulczewski, arquitecto que diseñó este pequeño castillo de estilo ecléctico (que se puede visitar como museo y combina elementos góticos, art-déco y art-nouveau) y otros tantos edificios de la zona; y, por supuesto, el famoso Palacio Bruna, de estilo renacentista, con tres alturas y un espectacular friso con guirnaldas, emblema del distrito. Un recorrido memorable.
Que no falten los parques
Aquí se encuentran dos de los grandes pulmones del centro de la ciudad, zonas verdes que delimitan el contorno del barrio por dos de sus tres costados. De un lado, el Parque Forestal, denominado así por sus similitudes a un bosque en plena ciudad, tiene 17 hectáreas de superficie y alberga más de 6.000 especies de árboles entre las que destacan sus plataneras; ideal para disfrutar de la tranquilidad y caminar junto a monumentos como el levantado en honor a Rubén Darío. De otro, el Cerro de Santa Lucía (arriba), declarado monumento histórico en 1983 y con más de mil especies en su interior; destaca por sus espléndidas terrazas que funcionan como miradores y desde las que se pueden contemplar unas hermosas vistas de Santiago de Chile.
La gastronomía por bandera
Y qué mejor después de este completo recorrido por la zona que saciar el apetito en alguno de sus célebres cafés y restaurantes. Lastarria ofrece al visitante una amplísima oferta gastronómica en la que se incluyen sabores patrios y comida internacional: entre los primeros, carnes asadas, empanadas, pescados y mariscos frescos recién llegados de las cercana costa pacífica (apartado en el que el ceviche goza de una especial predilección, arriba) y guisos tradicionales reinventados con toques modernos; entre los segundos, hamburguesas de autor, diversas opciones de sushi (un plato muy consumido en Chile) y restaurantes con cocinas de otros países. Todo ello, por supuesto, acompañado de los excelentes vinos chilenos.
Tan importante resulta la gastronomía en barrio Lastarria que cada año se celebra el festival Ñam, evento que ha conseguido reunir a los mejores chefs latinoamericanos y que se desarrolla entre charlas, talleres culinarios y degustaciones. Los restaurantes se visten de gala durante cuatro días para ofrecer a locales y visitantes sus mejores creaciones, un punto de encuentro para todo buen foodie que se precie.
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