Como casi todos los países donde hace frío en esta época del año, Hungría ofrece su propio menú invernal. Este país de Europa central es un verdadero paraíso en invierno, con mil y un planes diferentes: patinar sobre hielo junto a un castillo de cuento de hadas; pasear por mercados navideños repletos de luz; calentarse manos y boca con castañas asadas y vino caliente; o bañarse en un spa termal de los que hacen historia. Estas seis opciones que te proponemos a continuación convertirán a Hungría en uno de tus destinos predilectos no solo durante los meses de verano, también cuando llega el invierno.
Ponte los patines
¿A quién no le gusta volver de un viaje presumiendo de haber visitado la ciudad, el país o el continente más grande, más pequeño o a mayor altura? Y es que, después de pisar el hielo del castillo Vajdahunyad de Budapest, puedes decirles a tus amigos que has patinado en la pista de hielo al aire libre más grande de Europa. Se trata de una pista gigante, con buena música y centelleante iluminación, ubicada junto al majestuoso castillo, construido en 1896 con influencias góticas, románicas y barrocas. ¿Una curiosidad? Exhibe 21 réplicas exactas de los edificios históricos más espectaculares de Hungría.
Luego, tras la sesión de patinaje, no te pierdas otra visita obligada en Budapest: la Plaza de los Héroes, muy cerca, en la avenida Andrássy. Obviamente, hay varios otros lugares de lo más pintorescos para patinar en Hungría, como el lago Balaton, uno de los lagos de agua dulce más grandes de Europa, a una hora y media en coche desde la capital.
Ponte a tono en un baño termal
Imagina por un momento disfrutar de un impresionante palacio neobarroco color mostaza mientras te relajas en piscinas de agua geotérmica calentadas de manera natural; todo ello, mientras el aire frío de la noche besa tu cara caliente y sientes cómo el vapor se escapa hacia el cielo de Budapest, cubierto de estrellas. Un sueño que puedes hacer realidad en los baños termales Széchenyi, construidos en 1913, que albergan quince piscinas naturales cubiertas y tres al aire libre. Sus temperaturas varían entre 30º y 40º.
Y es que Budapest es conocida como la ciudad de los balnearios debido a las 118 fuentes termales que burbujean bajo sus pies, aprovechadas por quince baños públicos y otros tantos balnearios termales localizados en hoteles. Otros balnearios típicos son el Gellért, de estilo Art-Nouveau, y el Rudas, de estilo turco y con una atmósfera medieval muy conseguida, que se remonta al siglo XVI, cuando esta tierra fue gobernada por los otomanos.
Y, si te quedas con ganas de más, siempre puedes considerar aventurarte en Miskolctapolcais, a menos de dos horas al noreste de la ciudad, donde sus baños con chorros de masaje atraviesan cuevas naturales que conducen a cinco lavabos interiores.
¿Qué tal un buen café en locales de ensueño?
Encontrarás no pocas delicias en los abundantes cafés y casas de té de la capital. El más famoso es el Café Gerbeaud (arriba), ubicado en la céntrica plaza Pest Vörösmarty tér desde 1870: está decorado con un estilo muy elegante, especializado en pasteles, bollería y helados, también en platos ligeros de la cocina húngara. Otra opción muy conocida es el New York Café, de 120 años de antigüedad, con su majestuoso interior dorado, lámparas con profusa decoración y mesas con espejos fusionadas con lujosos muebles contemporáneos; algunas publicaciones lo han concebido como «el café más hermoso del mundo”.
También hay otras opciones más modernas, como Nothing Café, donde su chocolate caliente tiene la mejor reputación de la ciudad; todas las bebidas, pasteles y tartas son caseras. Vayas donde vayas para tomar una buena dosis de cafeína, asegúrate de probar un poco de flódni, pastel con capas de relleno de nueces y semillas de amapola, mermelada de ciruela y manzanas condimentadas, y báñalo con un bécsi kávé, un café típico servido con helado, chocolate, leche espumosa y nata montada.
Un crucero por el hermoso Danubio azul
Podrás disfrutar de música folclórica en vivo y una comida de tres platos a la luz de las velas: goulash, pollo a la paprika con fideos o lasaña de verduras y, para finalizar, una selección de strudels de frutas. Todo ello en un crucero con calefacción por el Danubio, mientras recorres varios lugares famosos como el Parlamento (arriba, izquierda), el distrito del Castillo de Buda, el Puente de las Cadenas (arriba, derecha), que une Buda en el lado oeste del río con Pest, y la Isla Margarita.
Mágicos mercados navideños
El mercado navideño más grande y más antiguo de Budapest, con cientos de puestos, te espera en la plaza Vörösmarty: aquí encontrarás de todo, desde recuerdos, adornos, juguetes y dulces navideños, elaborados de manera artesana. Es la mejor manera de deleitarse con el espíritu navideño de antaño. No muy lejos, el mercado navideño de la basílica de San Esteban (arriba) es más pequeño, pero en 2019 fue votado como el mejor de Europa: incluye espectáculos de luces nocturnas que se proyectan en la fachada de la iglesia y se sincronizan con música emotiva.
En ambos tendrás opciones con comida y bebida tradicionales: castañas asadas (pörkölt gesztenye), vino caliente (forralt bor), strudel de manzana (almás rétes), tortitas de patata (tócsi), rollitos de col rellenos (töltött káposzta) y pan plano y frito (lángos). Fuera de la capital, otros enclaves con destacados mercados navideños son Győr, en el noroeste del país, Pécs, en el suroeste, y Szentendre, a solo media hora al norte de Budapest.
Y el Festival Busójárás para despedir al invierno
Y finalmente, si estás en Hungría en febrero (en 2022, la última semana del mes), debes dirigirte a la ciudad de Mohács, en el sur cerca de la frontera con Croacia, donde se lleva a cabo cada año el festival Busójárás. Es la versión local del carnaval previo a la Cuaresma, que hace unos años se agregó a la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
Ahí se dan cita unos personajes masculinos llamados Busós, ataviados con tradicionales trajes peludos y máscaras aterradoras, que terminan bebiendo y bailando con música folclórica. La tradición asegura que representan a las figuras de la resistencia que expulsaron a los turcos otomanos de la ciudad en el siglo XVII. El festival se cierra con el Entierro de Farsang, cuando se quema una enorme figura de paja en la plaza principal de Mohács.
Más información sobre las posibilidades de Hungría en invierno, aquí.