Conocer Navarra es un privilegio por numerosas razones: las hay gastronómicas, gracias a sus productos frescos con los que se elaboran platos de primera calidad; las hay naturales, como la imponente silueta verde del Pirineo o el nacimiento de ríos como el Urederra; y también las hay históricas, con ese aroma a tradición que desprenden el Camino de Santiago francés y los numerosos castillos que aún se conservan la región.
Hoy nos detendremos en uno de los más conocidos de Navarra, el castillo medieval de la localidad de Olite. Un imprescindible durante tu visita a la Comunidad Foral que te hará viajar hacia tiempos inmemoriales.
Un poco de historia
Caracterizado por un estilo gótico francés, su construcción empezó en el siglo XIII, pero fue a partir del siglo XV cuando realmente se comenzó la ampliación del anterior castillo. Esto dio lugar al nuevo Castillo de Olite, declarado monumento nacional en el año 1925. Su arquitectura no deja lugar a dudas del origen francés de Carlos III, que pertenecía a la dinastía d’Evreux. Los rasgos de este estilo gótico francés se combinan a la perfección con el influjo del arte mudéjar de su decoración interior. Todo ello ha hecho que este monumento sea actualmente uno de los más visitados de toda Navarra. Cerca de unas 150.000 personas acuden cada año a Olite para conocer los entresijos que se esconden tras esta arquitectura medieval.
¿Qué ver en el Castillo de Olite?
Este complejo medieval es uno de los espacios más imponentes de Navarra, una edificación llena de historia y cultura. Partimos de la plaza de Carlos III El Noble, correspondiente a la entrada de acceso al castillo, un espacio de estilo gótico y con un aire similar a la fachada de la catedral de Nôtre Dame en París, uno de los mayores ejemplos de la influencia francesa en el arte de Navarra.
Su irregular silueta y la originalidad de sus creadores durante su construcción posicionó a este castillo entre los más llamativos de Europa, atrayendo al año a miles de visitantes llegados de todo el mundo.
La visita al castillo es como una aventura, ya que podrás descubrir los numerosos rincones y pasadizos, y también los jardines, que en sus inicios llegaron a albergar plantas y hasta animales exóticos. En el interior, podrás conocer la sala de arcos, conocida como sala de arquería subterránea, la galería, las cámaras del rey y de la reina, la torre del Aljibe conocida como la torre culpable del suministro de agua corriente, la torre de las Tres Coronas, conocida como la torre más caprichosa, y la torre del Homenaje, la más espectacular de todas, de unos 40 metros de altura y con 136 escalones.
Por último, el patio de la Pajarera y el patio de la Morera, situados delante de la Galería Dorada o Gran Torre, y al oeste de la Torre Nueva. Es un plan perfecto para poder apreciar la riqueza arquitectónica de Navarra, y también, para conocer a la perfección cómo era la vida medieval.
Las vistas exteriores al castillo son igualmente espectaculares.
Más allá del castillo
No creas que Olite solo tiene un castillo; te sorprenderá la gran variedad de lugares que visitar aquí. No te puedes perder los múltiples encantos de la localidad paseando entre sus calles. Merece mucho la pena.
Algunos de los lugares imprescindibles que se deben visitar son la Iglesia de Santa María la Real, que se encuentra muy próxima al castillo; el Museo del Vino, la Muralla Romana y el Convento de San Francisco. Y si te queda tiempo, te recomiendo que visites las Bardenas Reales. Es uno de los paisajes más únicos y hermosos de toda Navarra. Quedarás maravillado con la grandeza de este espacio natural.
Si aún no has visitado Navarra, este verano puedes hacerlo. Descubre el entramado arquitectónico y disfruta de unos días de desconexión en Olite. Visítalo con tu mejor compañía porque, ¡puede convertirse en uno de tus favoritos!