La aviación comercial ha experimentado una infinidad de mejoras desde el primer vuelo con once pasajeros, allá por 1911. Son más de cien años en los que se ha pasado de la invención de un nuevo medio de transporte hasta los aviones a los que nos subimos hoy. En medio, infinidad de nuevas tecnologías y numerosos progresos también en lo que respecta a la comodidad: las cabinas de los pasajeros son el fiel reflejo de cómo se viajaba entonces… y ahora.
Primeras décadas del siglo XX
Es casi imposible imaginar cómo volaron aquellos primeros pasajeros. Estamos hablando de vuelos muy precarios en lo que a comodidades se refiere. Por poner un ejemplo, no existían los baños cerrados, algo que llegó en la década de los cuarenta. Uno de los primeros vuelos (once personas, cinco kilómetros) pilotado por Louis Blériot a bordo de un Airbus ni siquiera tenía asientos. Los pasajeros estaban sentados en cabinas abiertas. En 1919 llegó el Junkers F13, el primer avión totalmente metálico y que no solo portaba asientos (por fin), sino también un sistema de calefacción.
Durante aquellos primeros vuelos las comodidades eran muy escasas. Para empezar, los aviones comerciales no solían transportar a más de 20 pasajeros. Su altitud de crucero ni siquiera llegaba a los mil metros (por comparar, la habitual hoy en día es de entre diez y doce mil); la resistencia al aire era mucho mayor por volar tan bajos, por lo que entonces volar era más lento que viajar en tren (volaban a 160 kilómetros por hora).
Además, el ruido era tremendo: hablamos de aeronaves cuya cubierta metálica no estaba convenientemente aislada, y la fricción con el viento las sacudía. Y, por supuesto, no estaban presurizadas.
Mejoras en las cabinas de pasajeros durante los años 30
La década de los años treinta fue decisiva en este sentido (Iberia había nacido poco antes, en 1927). Por una parte, la presurización se incorporó a las cabinas. También en esta década se creó la primera cocina de a bordo y la figura de las azafatas (lo que hoy conocemos como auxiliares de vuelo) surge también en estos años.
Pero hubo más mejoras: se insonorizaron las cabinas, los pasajeros podían sentarse en asientos tapizados, dejando a un lado los primeros asientos de mimbre, y se incorporó definitivamente la calefacción. No solo eso: la altitud de crucero pasó de novecientos a cuatro mil metros. Esto redujo, evidentemente, los tiempos de vuelo, pero también las turbulencias. La velocidad que alcanzaban las aeronaves se multiplicó por dos.
La década de los cuarenta y la Guerra Mundial
La historia de la aviación comercial no se entiende sin la II Guerra Mundial (tampoco sin la I), ya que en este conflicto bélico los aviones militares incorporaron mejoras que se extendieron después a la aviación civil. Fuselajes, estructuras y cabinas experimentaron mejoras. Pero también se utilizaron las pistas de aterrizaje para los vuelos comerciales y se crearon nuevos aeropuertos, mucho más cerca de las grandes ciudades.
El glamour de volar
Durante los años cincuenta volar dejó de ser una experiencia para los más curiosos para convertirse en el epítome del lujo y del glamour. En consecuencia, no era apto para todos los bolsillos (algo que cambiaría pocos años después). Había verdaderos banquetes a bordo y el espacio no era un problema (precisamente porque eran pocos quienes podían permitírselo). Frente a todo ese lujo, lo cierto es que las medidas de seguridad eran casi inexistentes: bastaba con tener una tarjeta de embarque para subirse a un avión. Ni identificación ni nada.
En la década siguiente la experiencia de subir a un avión comenzó a ser cada vez más común. De hecho, es en estos años cuando se populariza el concepto de clase turista (inexistente hasta entonces). Los precios eran más asequibles y los pasajeros subían a las cabinas cada vez más cómodos y menos elegantes: con el tiempo se impone habitualmente esta máxima, la de la comodidad, especialmente en vuelos de largo radio.
Llega la seguridad a los aviones
Hasta comienzos de los setenta no se implementaron protocolos de seguridad que, por otra parte, estaban lejísimos de las actuales normas y recomendaciones de la OACI. Es en esta década cuando se democratizan los precios de los vuelos. Pero seguimos ante aeronaves que transportaban a menos pasajeros y que, en consecuencia, contaban con más espacio, hasta el punto de contar algunos de ellos con pubs y bares.
Los noventa y la (necesaria) prohibición de fumar
Hasta esta década, en los aviones estaba permitido fumar a bordo. Fue a finales de los noventa cuando la prohibición se fue extendiendo, primero, a los vuelos de corto recorrido y después al resto. Tampoco existía el concepto de vuelo low-cost, que llegaría más tarde: un vuelo barato se conseguía en tarifas de último minuto o haciendo distintas escalas o paradas técnicas.
El siglo XXI: la seguridad da un giro de 180º
Con los atentados del 11-S, la aviación implementa nuevas medidas de seguridad con las que proteger a los pasajeros. Por eso hoy es importante saber qué se puede y qué no se puede introducir en el equipaje de mano.
A cambio, el entretenimiento a bordo se ha ido especializando y mejorando: hoy podemos disfrutar de prácticamente las mismas comodidades tecnológicas en cabina que en tierra: cargadores, dispositivos táctiles y, por supuesto, productos audiovisuales para hacer más entretenido el (cada vez más) cómodo viaje.