Si existe una ciudad capaz de endulzar cualquier viaje, es Bruselas. No importa si eres de los que empiezan el día con un croissant o de los piensan que el postre es un derecho irrenunciable: aquí te espera un festín de waffles crujientes, chocolates irresistibles y otras delicias que harán que tus deseos aumenten solo con pensarlo. ¿Listo para la ruta que más llevabas esperando? ¡Deja fluir tus antojos!
Primera parada: el waffle perfecto
En Bruselas, los waffles no son un antojo, son una institución. ¡Y no aceptamos un no por respuesta! Aunque hay dos estilos principales -el de Lieja, caramelizado y más denso, y el de Bruselas, ligero y crujiente-, la pregunta más importante es: ¿con qué lo vas a mejorar? ¿Chocolate derretido? ¿Frutas frescas? ¿Un poco de nata montada quizás? ¡Dejamos volar tu imaginación!
¿Dónde probarlo? Date un capricho y no dudes en visitar Maison Dandoy, es un clásico infalible. Pero los puestos callejeros también tienen su encanto y, a veces, hasta sale más rentable.
Chocolate belga: un antes y un después en tu vida
No es exageración decir que probar el chocolate en Bruselas cambia tu relación con el resto de dulces para siempre. ¡El que avisa no es traidor! Desde los pralinés rellenos hasta las tabletas con especias exóticas, cada bocado es una obra de arte inmejorable.
¿Dónde rendirse? Las chocolaterías como Neuhaus, Pierre Marcolini o Leonidas son paradas obligadas, pero si quieres ir un paso más allá, en Choco-Story puedes aprender sobre la historia del cacao y ver demostraciones en vivo.

Si creías que la ruta acababa aquí, ¡te equivocas! También hay speculoos (galletas especiadas perfectas para mojar en el café), tartas de arroz y hasta cuberdons, unos dulces cónicos rellenos de sirope que son puro vicio. ¡De verdad, no te los puedes perder!
¿Dónde saciarte? En cualquier panadería tradicional, aunque los speculoos de Maison Dandoy y los cuberdons en el mercado de la Place du Gran Sablon son de otro nivel. Si vas por Bruselas, ya sabes por donde moverte.
Última parada: un paseo para bajar (un poco) el azúcar
Después de tanta indulgencia, un paseo por la Grand Place o el Mont des Arts ayuda a equilibrar el festín. Y si todavía queda hueco (porque siempre lo hay), una última parada en una friterie para unas patatas fritas belgas con mayonesa nunca es mala idea.
Bruselas es el paraíso para los amantes del dulces, pero también para quienes disfrutan de viajar con todos los sentidos. Así que prepara ya el viaje perfecto con Iberia y vive una experiencia que dejará huella… y probablemente unas cuantas fotos irresistibles en tu galería.
Imágenes | agrobacter; Alexandros Michailidis; stevenallan