Reducir al máximo la huella de carbono es un objetivo en el que la Unión Europea se sitúa como líder en el mundo actual. Enfrentar y avanzar en los desafíos de la descarbonización aérea, para los actores involucrados en el sector, implica ir superando, paso a paso, los obstáculos que se presentan. ¿Cuál es el panorama actual, qué se ha alcanzado y cuáles son los desafíos que quedan por cumplir? De ello vamos a hablar en este artículo.
Descarbonización aérea: un breve resumen del escenario pasado, presente y futuro
Hablamos a menudo de la descarbonización del transporte, incluido el aéreo, pero conviene recordar en qué consiste. Definimos la descarbonización como el conjunto de medidas que reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos gases son los responsables del calentamiento global y proceden de casi cualquier actividad que se realiza hoy día en el planeta.
Las medidas implican a toda la cadena, desde la fabricación de vehículos (aviones, en este caso) hasta en la adopción de combustibles sostenibles como el SAF o el desarrollo de tecnologías de propulsión alternativas al combustible. Y, claro está, a la eficiencia operativa de las compañías. Pero nada de ello tiene sentido sin el apoyo de unas políticas regulativas que favorezcan esta transición. Veamos ahora qué se ha hecho y qué queda por hacer.
Retos alcanzados
Reducción de las emisiones de CO2
Nuestro objetivo es reducir este 2025 un 10% las emisiones, un 20% en 2030 y llegar a las cero emisiones en el mencionado 2050.
A nivel europeo, en 2023 las emisiones de la aviación dentro del continente fueron un 10% menores que en 2019, lo que supone un paso más que considerable. ¿Cómo se ha logrado? Renovando nuestras flotas, mejorando la operatividad y tomando diversas medidas como, por ejemplo, mediante la instalación de una planta de autoconsumo en nuestro taller de motores de La Muñoza.
Mayor eficacia en la gestión del tráfico aéreo
Además de lo obvio, la adopción de otros sistemas de propulsión y combustibles (que veremos a continuación), la gestión del tráfico aéreo forma parte de la reducción de emisiones. Y se van alcanzando metas muy interesantes en términos de eficacia y sostenibilidad con la adopción de protocolos como las operaciones de descenso continuo, por mencionar solo una. El programa SESAR de la UE, así como el Cielo Único Europeo, son iniciativas que pretenden, entre otros muchos objetivos, reducir al máximo el impacto medioambiental en nuestro espacio aéreo.
Promoción de la adopción de combustibles sostenibles
Hemos hablado en diversas ocasiones del SAF como combustible que reduce considerablemente las emisiones de carbono en el camino hacia la descarbonización aérea. Los propios objetivos de Iberia en esta transición son más ambiciosos que los de la UE, que puso en marcha un marco regulatorio para alcanzar la neutralidad climática (el Pacto Verde Europeo) y, en nuestro sector en concreto, el reglamento ReFuelEU Aviation.
Búsqueda de nuevas tecnologías de propulsión
En paralelo a la implementación del SAF, y continuando con el marco regulatorio de la UE, existe desde 2022 el proyecto Alianza para una Aviación Cero Emisiones, que ha permitido acelerar la investigación en los sistemas de propulsión eléctrica e hidrógeno y reducir las emisiones de aviones de corto y medio radio.
Conocemos, por ejemplo, el proyecto ZEROe, que lleva a cabo Airbus, el fabricante proveedor de Iberia. Por otra parte, la norma OACI de emisiones de CO2 pasará a ser obligatoria en 2028, lo que sin duda impulsará el desarrollo de estas nuevas tecnologías.
Retos pendientes
Reducir el coste del SAF
El anteriormente citado reglamento ReFuelEUAviation establece un mandato para los fabricantes (las energéticas) no para los consumidores (aerolíneas) en los países miembros de la UE de suministrar progresivamente SAF; de ahí la importancia de que, además de consumir cada vez más este combustible en detrimento de los de origen fósil, seamos productores de nuestra propia fuente de energía alternativa. Actualmente, y como es lógico imaginar, aún falta infraestructura para que el coste del SAF sea competitivo. Reducir su precio creando una red de producción y distribución impactaría positivamente, también en el bolsillo del pasajero.
Adaptación al cambio climático en las operaciones terrestres
Los fenómenos meteorológicos extremos también afectan a la operatividad de los vuelos. El siguiente reto para la industria aeronáutica es mejorar la infraestructura aeroportuaria para que dichos fenómenos tengan un menor impacto en las operaciones.
Cada vez más aeropuertos anuncian objetivos de cero emisiones, algo que, sin duda, forma parte del camino deseable hacia la sostenibilidad del transporte aéreo.
Impulso del I+D en la industria
Nos encontramos en un momento clave en el que el impulso de las tecnologías limpias que sustituirán a las actuales debe redoblar sus esfuerzos. Junto al apoyo imprescindible de las instituciones, la cooperación internacional es otro apoyo necesario para lograr que los objetivos de descarbonización aérea se cumplan dentro de la Unión Europea y logren un desafío que hace tan solo unos años parecía imposible.
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