Nuestra interpretación negativa de las incidencias normales del vuelo suele estar en la base de nuestra ansiedad y, por lo tanto, de nuestra fobia. Ahora bien, esta interpretación deriva muchas veces del hecho de que ignoramos los aspectos esenciales del vuelo, de modo que si dispusiéramos de la información necesaria, no realizaríamos dicha interpretación y nos ahorraríamos mucho sufrimiento. No es de extrañar, pues, que todos los programas para perder el miedo a volar, empezando por el curso de Iberia y Wolters Kluwer, incluyan una parte de información aeronáutica.
Ante todo, hemos de saber que un avión vuela sencillamente porque las alas están diseñadas de tal forma que, a grandes velocidades, se crea una diferencia de presión entre el aire que pasa por la parte superior de las alas y el aire que pasa por la parte inferior que eleva el avión. Lo entenderemos a la perfección si recordamos lo que ocurre cuando sacamos la mano por la ventanilla del coche: si la colocamos horizontalmente, el aire sólo empuja la mano hacia atrás, pero si la inclinamos un poco, el aire la empuja hacia atrás y hacia arriba. Pero con lo anterior basta para deducir que para el avión el aire no es un espacio vacío en el que se halla suspendido de milagro, sino una verdadera autopista por la que circula cómodamente, aunque tenga baches y algún trozo mal asfaltado, como si fuera un coche.
He aquí los momentos esenciales de un vuelo normal:
- El avión despega con el doble de la potencia necesaria, por lo que la parada de un motor durante esta maniobra no tendría la menor consecuencia.
- Una vez que el avión ha despegado, se mete el tren de aterrizaje, lo que produce un ruido muy fuerte seguido de un golpe seco, además de una ligera aceleración del aparato debido a que ahora se opone menos resistencia al aire. A continuación, se retraen los flaps y los slats (las chapas móviles de las alas), lo que también hace un poco de ruido.
- Cuando el avión alcanza la altitud adecuada para el vuelo, se detiene el ascenso bajando el morro y reduciendo la potencia, algo que los pasajeros notan como un cambio de inclinación y un pequeño hundimiento.
- Por el contrario, cuando el avión ya está cerca de su destino, se inicia el descenso dejando los motores en punto muerto y bajando el morro, cosa que también notan los pasajeros sobretodo con una sensación más o menos desagradable en el abdomen.
- Cuando el avión llega a la pista de aterrizaje, se realizan las maniobras opuestas a las del despegue, es decir, primero se despliegan los flaps y los slats y después se saca el tren de aterrizaje, lo que provoca varios ruidos y el mismo golpe seco de antes. Sólo que, al hacer esto, ahora se opone más resistencia al aire y, para compensarlo, se aumenta un poco la potencia del motor, lo que se percibe como una leve aceleración.
- Finalmente, cuando el avión aterriza, se produce una sacudida seguida de un fuerte frenazo que se prolonga hasta que el aparato pierde casi toda su velocidad, pues necesitará un poco para moverse por la pista y llegar al lugar de desembarco.
Igualmente, hay que saber que:
- Si se parase algún motor, el avión podría seguir volando perfectamente con la mitad de ellos, y, si se parasen todos, éste no se desplomaría de golpe, tal y como mucha gente suele pensar, sino que planearía suavemente hasta posarse en el suelo.
- Los sistemas vitales del avión están duplicados y hasta triplicados para asegurar su funcionamiento.
- Las turbulencias son un fenómeno atmosférico completamente normal que no pone en peligro la seguridad del vuelo, pues los aviones están diseñados para soportar incluso los huracanes.
- Las tormentas tampoco suponen un problema, ya que los motores son capaces de absorber una gran cantidad de agua y el avión puede resistir el impacto de un rayo. En efecto, en el caso de que rayo alcance un avión, éste está diseñado para conducir la carga por la parte externa del fuselaje y expulsarlo por la cola. De todos modos, los aviones, que van equipados con un radar meteorológico y reciben información meteorológica actualizada, suelen evitar las tormentas.
- Si se interpusiese una bandada de pájaros o algún objeto en el camino del avión, los motores están preparados para absorberlos y expulsarlos por detrás sin perder más de un 30% de su potencia.
- Si el avión chocase con demasiada violencia contra el suelo durante el aterrizaje, el tren de aterrizaje no se rompería y los motores no se desprenderían de las alas.
- Por último, los sistemas de control por los que necesariamente han de pasar tanto los pasajeros como sus equipajes convierten a este medio en el más seguro de todos.
En conclusión, volar es muy seguro y los ruidos y movimientos más o menos bruscos que se producen durante el vuelo son completamente normales.
Además, hay unos pequeños trucos para minimizar las posibles molestias de los viajes en avión:
- Use tapones para los oídos en caso de que le afecten demasiado los cambios de presión.
- Apriete su abdomen con la almohada, la manta o alguna prenda doblada y ajústese el cinturón de seguridad en el caso de que haya turbulencias.
Imagen | kipbot