Los gafapastas miran al Tajo

22/11/2010

Una camiseta muy pop y un abrigo vintage. Diseños, bares modernos y captadores de tendencias. ¿Londres? Qué va, es Lisboa. Así como lo leen. La capital lusa quiere dejar atrás ese estigma de ciudad desconchada y con viejas vestidas de negro y se está reinventado a golpe de creatividad juvenil. Hoy emergente y alternativa, Lisboa encandila con su pasado y su futuro. Ambos extremos se encuentran en los mismos adoquines, así que allá vamos. Lo primero es lo primero: la Plaza del Comercio, con soportales y abierta al río Tajo. Desde allí tendremos que tomar la Rua Augusta para adentrarnos en el barrio de Baixa, todo luz. El Rossio es emblemático: el neoclásico Teatro Nacional Doña Maria II, la fábrica de tabacos Monaco y el café Nicola, un espacio art decó donde quedaban en el pasado los escritores.

Todavía no hemos visto nada de Lisboa y uno ya quiere conocerla a fondo. La (o catedral) es uno de los pocos edificios que se libró del impresionante maremoto que sobrecogió a Lisboa en 1755. Tiene aspecto de castillo. Ya que estamos, inspeccionemos Alfama, un barrio castizo lleno hoy de inmigrantes que le aportan multiculturalidad. Hay que llegar hasta el mirador de Santa Luzia (increíbles vistas de los tejados de la ciudad) y el castillo de San Jorge, en una retícula de calles que le hará pensar que está en la Edad Media.Los tranvías son adorablemente kitsch. Tome el número 15 en la Plaza del Comercio para llegar hasta Belén, donde nos esperan la famosa Torre de Belén (de estilo manuelino, preciosa, descansando junto al agua), el Centro Cultural Belén (puntero en artes escénicas, fotografía y música), el Monasterio de los Jerónimos (no hay palabras; tiene que ir) y el Museo Nacional de Arqueología (momias, orfebrería y joyas para entender el país vecino).

Coja el elevador de Santa Justa, una estructura neogótica de 1901, y aparecerá en el barrio de Chiado, justo a tiempo para tomarse un café en A Brasileira. Delante del local está la estatua del poeta Fernando Pessoa, que si hablara echaría pestes de todos los pesados que le cogen del brazo para fotografiarse con él. Dé una vuelta por las callejuelas y plazas de Chiado y luego enfile el camino al Barrio Alto, epicentro de la modernidad. Rua de Don Pedro V está llena de tiendas de antigüedades, galerías de arte y ropa chic. Las tendencias continúan en Rua do Norte, donde antiguos comercios de toda la vida se ha convertido en divertidos establecimientos que se mueven entre los estilos bohemio, vintage y poppy. ¿Hay hambre? Siéntase moderno en Spot Sao Luiz, en la calle Antonio Maria Cardoso, donde comerá hamburguesa con patatas esféricas en un espacio lounge. Está lleno de lisboetas gafapastas que visten a la última.

Lisboa quiere parecerse a París en la Avenida da Liberdade, el Parque de Eduardo VII y la Plaza del Marqués de Pombal. Una zona muy señorial. En el Parque de las Naciones, donde se celebró la Expo en 1998, la ciudad mira al futuro. Aquí hay de todo: restaurantes, discotecas, parques y una arquitectura con nombres como Álvaro Siza. El fado, ese desgarro melancólico que sale de las tripas portuguesas, hay que escucharlo en Alfama, en Clube de Fado o Bacalhau de Molho, donde puede que se le salten las lágrimas. Luego habrá que correr al Barrio Alto a bailar y tomar copas. Gente guapa, trendy, alocada. Música internacional. Ni rastro de la saudade.

Datos útiles:

  • Lisboa tiene 570.000 habitantes, por lo que resulta muy abarcable.
  • Es una de las capitales europeas más cálidas. Los inviernos son lluviosos por la influencia del Atlántico, pero raramente baja la temperatura de cinco grados. En primavera y verano reina el sol.
  • Iberia cuenta con hasta 6 vuelos diarios directos desde Madrid a Lisboa con conexiones desde el restos de la red, y vuelos desde otros orígenes con sus asociadas. Los mejores precios en www.iberia.com.

Foto | victor_nuno

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