¿Cómo viaja el arte?

08/09/2011

GuernicaEn los museos, cada vez, cobran mayor importancia las exposiciones temporales para atraer nuevos y viejos visitantes, para mantener vivo el interés por una pinacoteca. Diariamente, miles de obras de arte se mueven de país en país, de ciudad en ciudad, por tierra y aire, bajo estrictos cuidados y grandes medidas de seguridad. Cuándo y con quién viaja cada una de las obras es casi un secreto. Hoy os contamos cómo se preparan, ya que llevamos décadas participando en ese transporte y patrocinando museos y exposiciones.

Traslado del Guernica en 1981El secreto que acompaña a estos traslados se alteró en una ocasión muy especial, hace ya 30 años, cuando el Guernica emprendió su viaje definitivo, desde el MOMA de Nueva York a Madrid, cumpliendo con los deseos de su afamado autor, Picasso, de que regresara a España cuando se recuperara la democracia. El día 10 de septiembre de 1981, el Boeing 747 “Lope de Vega” de Iberia aterrizaba en Barajas ante una gran expectación. El cuadro más emblemático del último siglo viajaba en las tripas del aparato, bajo grandes cuidados y estrictas medidas de seguridad. Aquel desembarco fue muy especial, pero os contamos cómo se prepara de manera general el traslado de una obra de arte.

Traslado del Guernica en 1981 por IberiaEl lienzo tiene que volar

No es una tarea fácil, ya que este tipo de mercancías necesita de un cuidado extremo. En España, para el envío de obras de arte se necesitan permisos que concede el Ministerio de Cultura. Una vez obtenidos, comienzan las gestiones. Para ello la empresa SIT Transportes Internacionales S.L. realiza los embalajes adecuados, así como los trámites pertinentes en estrecha colaboración con Iberia, que se encarga del transporte de las obras que irán dirigidas tanto a exposiciones temporales, como a traslados de conservación y restauración de cuadros a nivel nacional e internacional. De hecho, SIT ha afirmado en varias ocasiones que “trabajar con Iberia es una tran uilidad un valor añadido en el transporte de este tipo de mercancías».

Aislamiento térmico y vibraciones

Desde el primer momento en que se firma el préstamo de una pintura se sincronizan multitud de gestores cuya prioridad es que, tras su estancia y posterior vuelta a casa, la obra no haya sufrido ni el más mínimo deterioro. Dos de los requisitos fundamentales a la hora de transportar un lienzo son el aislamiento térmico y de vibraciones. De esta forma, las cajas donde viajan las obras de arte se preparan con bastante anterioridad, ya que los cambios de temperatura o cualquier movimiento pueden resultar perjudiciales para las pinturas. Tanto es así que estas cajas deben pasar en vacío en torno a unas 24 horas dentro del museo de origen para aclimatarse a la temperatura del mismo. Durante esta manipulación se extreman todas las precauciones posibles, siendo profesionales los que preparan y cierran la caja y también los que acompañan durante todo el trayecto al lienzo.

Una vez que la pintura está lista para «partir», el recorrido hasta el aeropuerto se realizará en camiones semiblindados, con climatización, alarmas y suspensión especiales. Incluso, en algunas ocasiones y dependiendo del valor histórico-artístico de la obra, la propia Policía Nacional escolta el lienzo hasta el aeropuerto. Una vez allí, en la Terminal de Carga de Iberia se procede, con sumo cuidado, a acomodar el lienzo teniendo en cuenta las dimensiones de este y se introduce en un contenedor o en un palet (plataforma metálica) para después plastificarlo completamente y protegerlo, aún más, antes de volar.

Y llegó la hora de salida

Se acerca el momento decisivo y con el máximo cuidado la pintura se introduce en la bodega siempre de forma vertical, es decir, en la misma posición y dirección que vuela el avión para que así se reduzca el riesgo de sufrir ningún deterioro. Una vez que el lienzo ya está en la bodega de los aviones, solo hay que esperar el despegue y que el avión alcance la velocidad de crucero. Y ya, durante el vuelo, aunque “al cliente” no se le ofrezca tomar nada, la obra de arte volará en clase preferente con todos los cuidados precisos, y así cruzará el Atlántico, atravesará cordilleras, países y continentes. A la hora del aterrizaje, como si de un familiar se tratara, le espera un camión de transporte especial que, con la misma delicadeza y cuidado que en el embarque, pero no sin una previa y meticulosa inspección para certificar que durante el vuelo la pieza no ha sufrido daño alguno, se dispondrá a transportarlo hasta su lugar de exposición. Ya una vez en el museo se volverá a controlar la temperatura y humedad para que la obra se mantenga en las mismas condiciones que en el museo de origen y así esté como en “casa”. Todo un ritual largo y complejo que se ve compensado cuando los visitantes admiran entusiasmados la nueva exposición y pueden contemplar la obra de cerca.

Foto Guernica | sincretic

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