La estatua del capitán Nemo aparece y desaparece a los ojos de los habitantes de la ciudad de Vigo al ritmo cíclico que marcan las mareas. Su presencia allí marca el lugar en el que el almirante del Nautilus buscó el legendario oro de los galeones de la batalla de Rande, en la ensenada de San Simón. Las razones que llevaron a Julio Verne para elegir la bahía de Vigo como protagonista para uno de los capítulos de su 20000 leguas de viaje submarino nos dan pistas sobre la importancia histórica de esta zona, situada al sur de Galicia.
El mar es un elemento importantísimo para la ciudad de Vigo. En ella se encuentra uno de los puertos mercantes más importantes del mundo y su presencia, tan atractiva para aquellos viajeros que buscan lugares diferentes que fotografiar, ha sido durante mucho tiempo un arma de doble filo para el turismo de Vigo, ya que siempre ha sido vista como la hermana industrial y poco agraciada de otras ciudades gallegas como Pontevedra, Santiago de Compostela o A Coruña, solo compensada por la increíble belleza del azul tropical del agua de las Islas Cíes (imagen principal). Pero eso está cambiando.
Tras un esfuerzo importante por mejorar sus recursos turísticos, Vigo se presenta hoy como un lugar con un rico pasado por descubrir. De esta forma, nos encontramos su núcleo histórico, el casco vello o casco viejo, con sus calles estrechas de suelos y paredes de piedra, en el que aparecen pequeños espacios como la plaza de la Iglesia, a los pies de la concatedral de Santa María, llenas de vida gracias a unos habitantes que saben cómo disfrutar de la gastronomía de su región.
Pero en Vigo hay lugares aun más antiguos que el casco viejo. Prueba de ello es el lugar con mejores vistas y el espacio más atractivo de la ciudad: el castillo del Castro, situado en el monte homónimo, lugar en el que se asentaron diversos poblados prerrománicos, precursores de la ciudad actual. Esa antigüedad contrasta a la perfección con otras apuestas culturales que ofrece la ciudad como el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo (M.A.R.C.O), donde se reflejan las obras de las tendencias artísticas encuadradas en los siglos XX y XXI.
En cuanto a la gastronomía, Vigo, como el resto de Galicia, es un lugar donde la comida es casi un arte, un estilo de vida. Con el marisco como bandera, uno de los placeres que hay que vivir en la ciudad es degustar unas buenas raciones de navajas y pulpo a feira y un suculento arroz con bogavante, todo ello maridado con alguno de los conocidos vinos de la región, ribeiro y albariño.
Historia, gastronomía, literatura… Vigo parece que va reuniendo un buen número de motivos para dedicarle una visita. Pero si con todo esto aun no es suficiente, para los amantes de la acción, Vigo ofrece también muchas actividades donde la adrenalina se convierte en el motor de inyección: vuelo en avioneta, parascending, flyboard, parapente… Tras un día de emociones fuertes, cae la noche y el ocio nocturno se mueve al ritmo del rock y el blues en alguno de sus locales de música en vivo, que siguen convirtiendo a Vigo en una de las canteras más importantes de grupos musicales de España.
Detrás de la bruma oceánica que la cobija de las altas temperaturas del verano, Vigo aparece a nuestros ojos como una ciudad de múltiples experiencias, un lugar de esos donde, tal y como hizo el capitán Nemo, puedes descubrir tesoros que nunca esperarías encontrar.
Imágenes | ©Dani Keral