El Camino Lebaniego, un verdadero viaje hacia el interior

16/09/2015

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El año 2017 volverá a ser Año Jubilar Lebaniego y Cantabria, en el norte de España, comienza ya a desplegar sus mejores galas para celebrar tamaña efeméride. El Camino Lebaniego es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y  es una histórica ruta de peregrinación que discurre por preciosos enclaves naturales hacia Santo Toribio de Liébana, monasterio que tiene el privilegio de albergar el mayor fragmento conservado de la Cruz de Cristo, el Lignum Crucis. El Año Jubilar Lebaniego se conmemora desde 1512 siempre que la festividad de Santo Toribio (16 de abril) coincide en domingo, y se caracteriza por la indulgencia de todos los pecados tras rezar, confesarse y acudir a la misa del peregrino. Se trata de uno de los cuatros lugares santos de todo el mundo, junto con Jerusalén, Roma y Santiago de Compostela, en los que se puede ganar el Jubileo.

Hablar del Camino Lebaniego es hacer referencia a una aventura mística, espiritual, en la que no sólo serás capaz de encontrarte a ti mismo para descubrir quién eres realmente, sino que tendrás la recompensa de cruzar increíbles valles, ríos y montañas y encontrarte con un patrimonio arquitectónico de incalculable valor. Cariñosamente abrazada por los Picos de Europa, esta ruta tiene personalidad propia y cuenta con una credencial peregrina particular, conocida como La Lebaniega. Sus peregrinos son denominados crucenos. Además de constituirse como itinerario específico, también cuenta con la particularidad de unir el Camino Francés y el Camino del Norte hacia Santiago de Compostela, convirtiéndose en una encrucijada de caminos. Cantabria se erige así en la única región del mundo por la que transcurren dos caminos jubilares.

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La aventura hacia el Monasterio de Santo Toribio queda trazada a través de un recorrido de setenta y dos kilómetros que suele dividirse en tres etapas, variando los tramos según las previsiones efectuadas por cada peregrino. San Vicente de la Barquera se alza orgullosa como punto de inicio del Camino Lebaniego, localidad costera en pleno mar Cantábrico que exhala un embrujo especial y que se caracteriza por sus exquisitos parajes naturales (como el Parque Natural de Oyambre) y por la amabilidad con la que sus vecinos acogen a los caminantes, haciéndolos sentir como en casa. Es uno de los enclaves más importantes de la región. Junto a su albergue se ubica la iglesia gótica de Nuestra Señora de los Ángeles, cuya privilegiada localización en lo alto de una colina permite vislumbrar increíbles vistas de la Cordillera Cantábrica. Nada mejor que aire puro y un horizonte insuperable para tomar fuerzas y comenzar a caminar.

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Alejándonos de las bellas marismas y con los azules paisajes de San Vicente a la espalda, atravesamos La Acebosa -en el municipio de San Vicente de la Barquera- para llegar al primer punto de inflexión en Hortigal, municipio que acoge el propio desvío hacia Santo Toribio y en el que empezarás a convertirte en cruceno: a partir de este momento, será necesario atender a la señalización vertical con flechas rojas que guiará el Camino. Empezamos a alejarnos de la costa y a adentrarnos en formas más escarpadas, con infinitos paisajes verdes típicos de una zona de media montaña. La sensación de libertad que ofrecen estos caminos rurales es algo inenarrable.

Durante este primer tramo, la ruta transcurre por las localidades de Serdio, Gandarilla y Bielva, donde destaca la ermita que acoge al Cristo de Bielva, con gran devoción entre los vecinos de la comarca. Como curiosidad, las promesas que le realizan algunos devotos se complementan subiendo los aproximados trescientos escalones hasta llegar a la ermita bien de rodillas, bien descalzos. No menos espectacular es la torre de Cabanzón, otro municipio que atravesaremos, edificación con una pequeña muralla levantada a finales del medievo. El emblema de esta localidad es su conocida Encinona, uno de los árboles más antiguos de Cantabria, con una envergadura de más de diez metros. ¿Un consejo? Párate a descansar en el banco que hay bajo su copa y divisa con tranquilidad los preciosos paisajes que crea el río Nansa. El final de la primera etapa suele establecerse en Cades, conocida por su célebre ferrería de mediados del siglo XVIII que ofrece visitas guiadas y demostraciones de su funcionamiento.

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El primer municipio que atravesamos al comenzar nuestra segunda etapa es Sobrelapeña, con entornos naturales mucho más frondosos y donde encontrarás una fuente con agua natural exquisita que te servirá para empezar a recobrar fuerzas. Justo en la entrada a la localidad de La Fuente nos topamos con la Iglesia de Santa Juliana, una excelsa obra rural de estilo románico que se conserva en perfecto estado. Data de principios del siglo XIII y merece la pena visitar su interior, compuesto por una nave de madera y unos hermosos capiteles que dan lustre a la edificación. Tras ascender hasta Burió, seguimos avanzando por caminos rurales para llegar al Collado de Hoz y a su mirador, ya a 658 metros de altitud: las vistas panorámicas del valle de Lamasón que podrás divisar desde este punto conforman una de las estampas naturales más sobresalientes del Camino Lebaniego.

En este punto comenzamos un breve descenso que nos llevará hasta Cicera, pueblo de gran belleza célebre por su magnífico albergue y por su iglesia parroquial edificada en estilo barroco montañés, realmente sugestiva. De nuevo en subida, cruzaremos un denso bosque de robles, castaños y hayas para pasar el Collado de Arceón, otro de esos puntos panorámicos en los que la magnificencia del paisaje natural te dejará boquiabierto gracias al Desfiladero de la Hermida, y de ahí llegar a Lebeña. En este municipio es posible disfrutar de la Iglesia de Santa María, sublime templo mozárabe del siglo X que constituye una de las joyas de este estilo en España y que destaca por sus esbeltos arcos y bóvedas. Cabañes es el punto final de esta segunda etapa repleta de esplendor arquitectónico y paisajístico, encantadora localidad del interior del macizo oriental de los Picos de Europa enclavada en un entorno natural sin parangón.

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El último tramo de nuestra aventura es el más corto de los tres, de aproximadamente trece kilómetros, algo que nos permitirá detenernos aún más en los detalles. Saliendo de Cabañes será necesario descender por el Habario de Pendes, un castañal de exquisita factura formado por más de doscientos árboles centenarios, para atravesar la localidad de Castro Cillorigo, en la que destaca la ermita de San Francisco, del siglo XVII. En este espacio, la comarca de Liébana se convierte en una espaciosa vega que pone punto y final al abrupto terreno creado por el Desfiladero de la Hermida, transformando al resto del Camino Lebaniego en un agradable paseo enmarcado dentro de unos paisajes que continúan siendo excepcionales.

En el municipio de Tama está ubicado el Centro de Interpretación de los Picos de Europa, edificio que explica de manera pedagógica la geomorfología del terreno, su fauna y flora y también la estrecha relación que el hombre ha tenido con este enclave a lo largo de la historia. Potes será la penúltima escala del recorrido, un pueblo tan majestuoso que parece sacado directamente de una leyenda medieval. Es obligatorio perderse por sus calles y disfrutar de su belleza natural, pues aquí confluyen los cuatro valles que conforman la comarca lebaniega y se unen los ríos Quiviesa y Deva. Especial mención merece también su Torre del Infantado, antiguo bastión del siglo XIV que hoy es sede del ayuntamiento municipal. Para reponer fuerzas, nada mejor en tu visita a Potes que un cocido lebaniego, el plato por excelencia de la comarca de Liébana.

Monasterio_Santo_Toribio_Liebana_Cantabria_Camino_Lebaniego

En la localidad de Camaleño, a unos cuatro kilómetros de Potes, llegamos al Monasterio de Santo Toribio, donde finaliza la peregrinación y el Camino Lebaniego propiamente dicho. El templo, de construcción documentada entre los siglos XIII y XVIII, abarca los estilos gótico clásico y barroco. Durante su visita, un monje franciscano nos explicará la historia del monasterio y también cómo el Lignum Crucis llegó hasta Cantabria, teniendo la posibilidad de tocarlo y besarlo. Su gran Puerta del Perdón sólo se abre en los Años Jubilares para recibir a los peregrinos, en señal de recompensa tras haber cruzado la comarca.

Antes de embarcarte en esta aventura, que significará un punto de inflexión en tu vida, como datos prácticos debes tener en cuenta que no existen cajeros automáticos para retirar efectivo en toda la ruta, por lo que conviene ser previsor. También es importante contactar con antelación con los albergues para comprobar que se encuentren abiertos y saber que se ofrece conexión wi-fi gratuita durante algunos tramos del recorrido. ¡Buen Camino!

imágenes | José Ramón Solsona; Juan Carlos B; ChrisJosé Antonio Gil Martínez; SergioJosé Antonio Gil Martínez.

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